Como era de temer, un Madrid arrasado por las lesiones no pudo sacar nada de Anfield. Al menos Courtois evitó que la derrota degenerara en goleada, pero ese fue el único disgusto que nos ahorramos. Camavinga, que hizo un partido magnífico, se marchó con lesión muscular, aumentando la sicosis que invade a la plantilla, en la que cada poco cae uno. Y lo peor de todo, Mbappé jugó muy mal, fue un elemento directamente inservible. Se le esperaba en esta ocasión, en ausencia de Vinicius, pero provocó la mayor decepción en el primer día. Sobre no crear ningún peligro, falló un penalti bien fabricado por Lucas Vázquez. Fatal.
Ancelotti resolvió las bajas con una apuesta por un equipo cargado de jugones a fin de bajarle ritmo al partidoconsciente de que el Liverpool explota la fuerza y la aceleración. En la primera parte pareció funcionar a ratos y en los que no, ahí estaba Courtois. Lo malo es que arriba todo se perdía en Mbappé, un desagüe por donde se escapaban todos los ataques. Empezó mal, siguió mal y terminó mal. Cerca de él, Brahim y Bellingham se esmeraban, pero de nada sirvió su esfuerzo ante la noche negada del francés. Quedaba claro que todo estaba en manos de Courtois, que no pudo aguantar el cero.
Esta nueva derrota coloca al Madrid en el puesto vigesimocuarto, al borde de la eliminación. Le quedan las visitas al Atalanta y al Brest y, entre una y otra, recibir al Salzburgo. No parece imposible conseguir los nueve puntos, pero ni siquiera eso garantizaría entrar entre los ocho primeros. Ahora mismo el Madrid es carne de dieciseisavos, pero lo peor no es eso. Lo peor es que el equipo no aparece ni las lesiones lo permiten, Mbappé no levanta y Ancelotti es consciente de que el club va deslizando rumores que le desgastan. De ahí su creciente mal humor, visible en la conferencia de prensa de la víspera.
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