Derbi vasco para olvidar desde el punto de vista de la Real Sociedad. Porque es difícil destacar algo de otra noche para olvidar en el nuevo San Mamés. Y ya van cuatro seguidas volviendo a casa por la AP-8 con la cabeza gacha. Mal partido de los txuri-urdin, a los que les faltó de todo contra el Athletic. Les faltó fútbol, pero también les faltó corazón. En la primera parte lo que le faltó al conjunto de Imanol fue un poco de locura y un poco más de irreverencia. Intentó ser demasiado académico y ajustarse la plan de darle la iniciativa al Athletic para intentar salir a la contra. Pero no le contabilicé ni un solo contragolpe, síntoma inequívoco de que la idea inicial con la que se planteó el derbi vasco no terminó de salir todo lo bien que aparecía plasmada en la pizarra. Se dejó abrumar por la energía de los rojiblancos y no fue capaz de contrarrestarla con sus armas. Mérito del Athletic, por supuesto. Pero también demérito de la Real, es evidente.
Pensaba que Imanol quería seguir el plan que tanto le dio en Girona y Sevilla, cuando le entregó el balón al rival para hacerle daño a partir de una gran trabajo defensivo. En San Mamés no falló el entramado defensivo, salvo en el gol de Sancet; sino que falló el ataque. Los realistas apenas fueron capaces de generar ocasiones de peligro de verdad. Antes del descanso, nada. Después, poco. Demasiado poco como para querer volver a Donostia robando algo del botín de San Mamés. Solo un tiro desde fuera de Sergio Gómez y una ocasión de Oyarzabal. Y ya está.
Una vez más, y ya van cuatro años seguidos, la Real Sociedad no compareció en San Mamés. O lo hizo, al menos, de manera muy tímida. No se qué le pasa que parece que sale a jugar los derbis vascos de San Mamés como acomplejada, muy por debajo de lo que de verdad sabemos que pueden ofrecer sus jugadores. La Real no jugó un buen derbi, y al Athletic no le hizo falta nada del otro mundo para ganarle. Y eso preocupa. Porque ni en la segunda parte, cuando ya tuvo más el balón y le superó en posesión, le hizo realmente daño. Por no correr no fue, pero corrió mal. Por querer tampoco, pero quiso mal. Y en esta ocasión, hasta desde el banquillo salió todo mal, porque Imanol tampoco ayudó con los cambios: es difícil de entender la sustitución de Kubo. Pues eso, un derbi para olvidar. Ya lo saben, si algo sale mal, siempre puede salir peor. Y volvió a pasar en San Mamés
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