todo se ve de otra manera. Hoy se respira más optimismo en el Real Madrid y eso se traduce en más confianza hacia la difícil visita a Anfield, donde el equipo llegará bastante obligado por esas dos derrotas en cuatro partidos. Pero los de Ancelotti empiezan a carburar, a ser reconocibles y a recuperar sensaciones perdidas tras la Supercopa en Varsovia. Después de dos últimos partidos serios, el Madrid por fin va mostrando solidez en el funcionamiento colectivo al tiempo que suma individualidades a la causa común. Ya juegan como un equipo.
También cuenta, y mucho, que el Barça se haya dejado cinco de los últimos seis puntos, claro.
Pero más allá de las dudas de Flick, las buenas noticias se le acumulan a Ancelotti después de unas semanas muy duras tras el apocalipsis desatado por las goleadas del Clásico y el Milan en casa, y las dos lesiones gravísimas de Carvajal y Militao. Bellingham empieza a mostrar su nivel tras recuperar su posición y devolverle el técnico su jerarquía;Camavinga confirma que puede encargarse de mover al equipo aunque le falte crecer a nivel táctico; Ceballos evidencia su capacidad para contribuir mucho en la distribucióncorregida su tendencia a retener en exceso la pelota; Asencio demuestra que como poco alcanza el nivel mínimo exigido para ser una solución de emergencia junto a Rudiger; Mbappé se libera de la presión que le rodea al sumar un gol tras cuatro partidos sin marcar, aunque sigue con la mirilla desviada y cayendo en demasiados fuera de juego por precipitación; Valverde cumple, cómo no, en el lateral derecho como recurso de urgencia.
Y luego está lo de Guler. El Bernabéu, con buen ojo para detectar al futbolista diferente, le tiene entre sus favoritos con razón. Pero parece que se necesita una epidemia de lesiones en sus compañeros para que Ancelotti confíe en él de manera sostenida en el tiempo. Ante el Leganés se exhibió jugando entre líneas, mejoró cada jugada que le llegaba y demostró que su visión, su último pase y su criterio le hacen merecedor de más oportunidades. Utilizarle en uno de cada seis partidos y ratitos de 10 minutos es desperdiciar su talento. Arda es de los que marcan diferencias. Recuerden lo que pasó cuando le dieron cinco partidos seguidos. Atrévete, Carlo.
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