DETROIT – Los Detroit Pistons estaban siendo derrotados por sus rivales de división, los Indiana Pacers. Fue, para todos los efectos, un partido de noviembre sin sentido en la NBA.
Faltaba menos de un minuto para el final y los Pistons perdían por 15 puntos y el partido prácticamente había terminado.
Luego, Ben Wallace recibió una dura falta del actual Jugador Defensivo del Año, Ron Artest, cerca del aro, cuando quedaban unos 45 segundos. La falta no pareció tan dura, pero Wallace, claramente frustrado con todo el juego, empujó a Artest al otro lado de la cancha. Lo que pasó después cambiaría la NBA para siempre.
El calvario, conocido como “Malicia en Palacio”, tiene 20 años y tuvo lugar el 19 de noviembre de 2004.
Después de que Wallace empujó a Artest, ambos bancos del equipo se vaciaron para controlar la disputa. La pelea pareció terminar después de unos momentos, pero entonces el fanático de los Pistons, John Green, le arrojó una cerveza a Artest, que estaba tendido en la mesa de anotadores.
Fue entonces cuando varios jugadores cruzaron la línea prohibida entre la cancha y las gradas.
Artest cargó contra la multitud, provocando una pelea total en el Palacio. Los jugadores de los Indiana Pacers, Stephen Jackson y Jermaine O’Neal, se apresuraron a ayudar a Artest, pero terminaron peleando con otros fanáticos, mientras que jugadores de los Pistons como Rasheed Wallace y el ex Piston Rick Mahorn intentaron desesperadamente detener la pelea.
Nunca olvidaré la expresión del rostro de Artest esa noche. Daba miedo. Estaba caminando golpeando cualquier cosa en su camino. Los entrenadores y jugadores intentaron detenerlo, pero no pudieron. Parecía que nada podía controlarlo. Recuerdo a un oficial de policía que amenazó con rociar pimienta a Artest, pero lo disuadieron.
Caos completo.
La trifulca no terminó en las gradas, pues jugadores y aficionados continuaron la trifulca en la cancha.
Artest regresó a la cancha y fue confrontado por dos fanáticos. Artest golpeó a un fanático. Jermaine O’Neal intervino dándole un puñetazo al otro aficionado en la mandíbula. Parecía que O’Neal surgió de la nada.
El entrenador de los Pistons, Larry Brown, intentó dirigirse al Palace, pero su micrófono no funcionó. Lo estrelló contra la mesa de anotadores con disgusto. El locutor del Palace, Mason, pidió repetidamente a los fanáticos que se fueran en un intento inútil de poner fin a la locura. Los fanáticos abuchearon a los jugadores mientras la policía los escoltaba fuera de la cancha, los arrojaban bebidas e incluso una silla plegable.
El episodio completo duró menos de 10 minutos, pero se sintió como si la pelea ocupara toda la noche. La terrible experiencia parecía un sueño. ¿Realmente podría estar pasando esto en la NBA, en la televisión nacional?
En el vestuario, Artest le preguntó a Jackson si creía que los jugadores se meteríarían en problemas. Jackson respondió: “Tendremos suerte si tenemos un maldito trabajo”, lo que llevó a Jackson a concluir que Artest “no estaba en su sano juicio para hacer esa pregunta”.
Al final nueve espectadores resultaron heridos y dos fueron trasladados al hospital. Artest fue suspendido por 86 juegos sin goce de sueldo, Jackson por 30 juegos y O’Neal por 15 juegos. Ben Wallace fue suspendido seis juegos.
La pelea fue la desaparición de los Indiana Pacers. Diezmó su plantilla y acabó con sus posibilidades de playoffs.
las secuelas
La cobertura mediática durante las siguientes semanas planteó la pregunta obvia: ¿quién tenía la culpa?
John Saunders de ESPN declaró infamemente que los fanáticos de los Pistons eran “un grupo de punks”. Stephen A. Smith sugirió que arrestaran a algunos de los fanáticos. Una encuesta de ESPN realizada en ese momento mostró que el 46 por ciento creía que los fanáticos eran los culpables de la pelea.
La NBA tomó medidas de seguridad inmediatas para asegurarse de que nada parecido a la “Malicia” volviera a suceder. El 8 de diciembre de 2004, cinco jugadores de los Pacers y cinco fanáticos fueron acusados de agresión y agresión. Todos los fanáticos involucrados fueron excluidos del Palacio de Auburn Hills.
Es probable que se hable de esa noche mientras exista la NBA.
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