Después de meses de negativa, el presidente Joe Biden finalmente autorizó a Ucrania el domingo 17 de noviembre a llevar a cabo ataques profundos en Rusia con misiles balísticos suministrados por Estados Unidos, como Kiev había exigido durante mucho tiempo. Esto marca un importante giro estratégico apenas unas semanas antes del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025.
La decisión estadounidense, tomada como reacción a la participación de soldados norcoreanos en el conflicto, se considera demasiado tardía y demasiado restrictiva. Más político que militar, podría ayudar a frenar el avance ruso, sin cambiar el equilibrio de poder sobre el terreno.
El 18 de noviembre, Moscú denunció la decisión como “imprudente” y “peligrosa” y acusó a la administración Biden de echar “lecha al fuego”. El presidente de la Duma estatal, Viacheslav Volodin, amenazó con utilizar nuevos sistemas de armas contra Ucrania si atacaba su territorio con misiles estadounidenses de largo alcance. Los sistemas de misiles tácticos del ejército (ATACMS) son precisos y potentes y pueden alcanzar un objetivo a una distancia de hasta 300 kilómetros.
El presidente ruso, Vladimir Putin, aprovechó este momento para firmar un decreto que oficializa su anuncio de finales de septiembre, cambiando la doctrina nuclear del país. La nueva doctrina permite el uso de armas nucleares en caso de un “lanzamiento masivo” de ataques aéreos contra Rusia, y en caso de un ataque por parte de un país no nuclear respaldado por una potencia con armas nucleares, anunció el martes el Kremlin. mañana.
Una mezcla de alegría y amargura.
La decisión estadounidense llega en un momento en que Rusia está aprovechando su ventaja en primera línea, apoderándose de territorio en el este del país a una velocidad no vista desde hace dos años. El Kremlin también está intensificando la presión sobre la población de la retaguardia, con una serie de ataques mortales.
Mil días después del inicio de la invasión rusa, el anuncio de Washington fue recibido en Ucrania con una mezcla de alegría y amargura. “Más vale tarde que nunca”, reaccionó el experto militar ucraniano Yevhen Dykyi, en una entrevista con el medio de comunicación ucraniano NV. “Pero es mil días más tarde de lo que debería haber sido”. Este veterano del ejército cree que si la decisión de levantar las restricciones se hubiera tomado antes, “el efecto habría sido completamente diferente”.
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Antes de que Washington anunciara su decisión, Rusia tuvo tiempo de tomar precauciones y trasladó algunas de sus instalaciones y equipos al interior de su territorio, fuera del alcance de los misiles estadounidenses. Sin embargo, “todavía quedan almacenes y puestos de mando [within strike range]”, añadió Dykyi. “No es posible eliminarlos todos ni ocultarlos todos”.
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