Ein Jahr später reichte es immerhin zu Gruppenplatz zwei, aber bleibenden Eindruck hinterließ vor allem ein 0:6 in Spanien im letzten Spiel, als ein Remis schon für die Final-Four-Teilnahme gereicht hätte. Unter Hansi Flick dann schleppte sich die DFB-Auswahl nach dem rauschenden Beginn unter dem neuen Bundestrainer durch die Spiele, am Ende stand Platz drei und der Eindruck von fußballerischer Stagnation.
In diesem Jahr aber ist bekanntlich alles anders: Völlig losgelöst, das ist inzwischen schon ein Dauerzustand. Und nach dem im besten Sinne abgehobenen 7:0 gegen Bosnien-Hercegovina am Samstagabend durch die Tore von Jamal Musiala (2. Minute), Tim Kleindienst (23. und 79.), Kai Havertz (37.), Florian Wirtz (50. und 57.) Leroy Sané (66.) steht die Mannschaft von Julian Nagelsmann schon vor dem finalen Spiel am Dienstag in Budapest gegen Ungarn als Gruppensieger fest.
Überforderte Bosnier
Relevant ist das für die Zulosung des Gegners im neu eingeführten Viertelfinale im kommenden März – mehr aber noch als überwältigender Ausweis einer Mischung aus Stabilität und Freude, die Julian Nagelsmann und sein Team aus dem EM-Sommer nicht nur hinübergerettet, sondern bemerkenswert gefestigt haben. Auch wenn man sagen muss, dass die Gegner in dieser Nations-League-Kampagne nicht dasselbe Kaliber besaßen wie in vergangenen.
Das galt auch für die überforderten Bosnier, trainiert von Sergej Barbarez, die damit in die B-Gruppe abgestiegen sind. Aber das war nichts, womit sich die Männer in Weiß irgendwie aufhielten. Im nicht nur fußkalten Freiburg spielte Nagelsmanns Team Fußball zum Herzerwärmen. Und anlässlich des letzten Heimauftritts in diesem Jahr führte es zudem ein ausgesprochen breites Repertoire seines Könnens auf, auch wenn die Offensivreihe mit Musiala, Wirtz, und Havertz das Publikum auf besondere Weise verzauberte.
Grund für Applaus an der Seitenlinie hatte der Bundestrainer diesmal schon nach einer Minute und 20 Sekunden. Die 1:0-Führung entsprang einer Münchner Koproduktion, die man so erst neuerdings auf dem Zettel haben muss: Weniger, weil Kimmich so gefühlvoll flankte, sondern weil im Zentrum Musiala hochstieg. Es war sein zweiter Kopfballtreffer binnen zehn Tagen, zuvor war ihm das in der Champions-League-Partie gegen Benfica Lissabon gelungen.
Ese fue el comienzo que uno podría desear y el equipo alemán continuó como bien sabemos ahora. Potente, alegre y con una mezcla bonita y un fútbol delicado y acariciante, que siempre garantiza una línea ofensiva con Musiala, Havertz y Wirtz, y un ataque robusto, encarnado sobre todo por Groß y Andrich en el centro.
Fue apropiado que el segundo golpe viniera de esta facción, también porque los bosnios lograron cerrar las brechas cruciales en esta fase. Luego de una acción que ya había sido esclarecida, fue Andrich quien salió del fondo y pudo disparar. El dedo del pie de Kleindienst proporcionó la corrección mínima pero crucial del ángulo: fue el primer gol internacional del último titular del Mönchengladbach.
El mejor golpe hasta el momento
Los alemanes tuvieron que quejarse de una o dos derrotas, en comparación con la victoria por 1-0 contra Holanda: Stiller (problemas musculares), Pavlovic (fractura de clavícula) y Leweling (lesión muscular) estuvieron ausentes y Schlotterbeck también fue sancionado. Pero el beneficio más notable de este año futbolístico es que la constelación específica ya no importa: porque saben exactamente lo que están haciendo. Y contra Bosnia-Herzegovina, una vez más jugaron y presionaron de manera tan dominante que sólo hubo una rudimentaria amenaza a su propia portería.
Un intento de disparo de Omerovic fue presa fácil para el portero Baumann, que ya había jugado el partido en casa del Friburgo. En cambio, sus propias oportunidades comenzaron a acumularse. Y se podría decir con razón que el tercer gol fue el mejor hasta el momento, también porque ilustra por excelencia el fútbol de fusión alemán.
La conquista del balón por parte de Andrich sentó las bases, la pared entre Havertz y Wirtz puso la decoración: 3-0. Después, tras un despeje fallido de Kimmich, fue gracias a la fabulosa defensa con el pie de Baumann que la contraataque transcurrió sin problemas.
Los alemanes habían reservado piezas adicionales del repertorio para la segunda parte. Empezando por una situación habitual que jugaba con la gravedad: el disparo de Wirtz se fue de repente.
En la victoria por 5-0, el jugador del Leverkusen simplemente tuvo que estar en el lugar correcto en el momento correcto, una “primicia” en la jerga futbolística. Cuando Sané marcó, también se marcó una casilla en la categoría de gol comodín. Kleindienst anotó el último punto, esta vez atrapando con toda su fuerza un centro de Rüdiger. Y también –aunque aquella noche no fue necesario recalcarlo– con pleno placer.
