Quien dice Roller Derby en Lorient, dice “espectáculo” de Crousti Loulou Bar Arc-en-ciel. Un grupo de simpatizantes de una veintena de personas, hombres y mujeres, que desempolvan el arte de los pompones. Con sus improbables elementos de acrobacia y danza, los Crousti (atajo homologado) no tienen igual a la hora de animar una sala entre dos eventos en esta impactante disciplina para chicas. La aventura nació por casualidad una noche de 2022. “Estábamos trabajando como voluntarios en el bar en un evento de Roller Derby y pensamos que sería genial motivar a la multitud”, dice Bastien. Los cuatro, sin preparación previa, partieron con poca antelación.
“Hicimos algunas pirámides y vimos que funcionaba bien”. De este repentino deseo nació la idea de formar una compañía. “Nos quedamos con lo mejor”, asegura Martin. Sólo faltaba encontrar un nombre que resumiera lo que hacen y lo que son. “Pasamos una noche allí.” Las propuestas llovieron pero, al no poder elegir, decidieron concatenarlas. “Nos quedamos con todo”. El Crousti Loulou Bar Arc-en-ciel nació y ahora planea formar una asociación. También poder beneficiarse de una sala en la que entrenar.
Estamos bastante acostumbrados al gran espectáculo estadounidense. Allí es más amigable, más fresco.
“Protesta inteligente”
Este segundo sábado de noviembre, durante el primer Roller Derby de la temporada, el gimnasio de Carnot vio competir, ante un público de expertos, a las Lorientaises de Glaz Storm y Iron Skant y a las Nantaises de Hors la Loire y Titanesques. Mientras el equipo de alfombras prepara el terreno, una voz anuncia con suave entusiasmo que es el momento de Crousti. El público se regocija. JB los vio “al menos cinco veces”. No se habría perdido esta nueva actuación por nada del mundo. “Me encanta su supuesta falta de profesionalismo”. Zoé está bajo el hechizo. Ferviente seguidora del Roller Derby, aprecia su lado “autocrítico” y su forma de romper los códigos. “Estamos bastante acostumbrados al gran espectáculo estadounidense. Allí es más amigable, más fresco”. Mayormente más poco convencional. Una forma de “protesta inteligente”, señala JB. Porque detrás de la divertida fachada, estos pompones, como ningún otro, comparten valores comunes en torno al “respeto por los demás, la diferencia, la inclusión”.
Lentejuelas, corbata negra, shorts vaqueros y el crop top obligatorio, ese es el código de vestimenta. En cuanto al ambiente, el Crousti es increíble. Una regla de oro. El sábado no faltaron sorpresas entre el público para ayudarles a realizar sus trucos. “Cambia todo el tiempo”. Incluso si mis Crousti tienen algunos clásicos como la flor, la escalera mecánica o el truco super wow. Su especial. “Nos gusta hacer cosas increíbles”. Pompones en mano, actúan al ritmo de música pop y electro. “Muchas canciones de los años 90 como O-Zone o Britney Spears”. Una certeza. Con ellos, todo es sistemáticamente una locura y siempre inesperado. Y funciona.
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