CRÍTICA – En esta película de Guillaume Senez, Romain Duris interpreta a un padre que vive en Tokio y está privado de su hija por la ley local. Una historia de paternidad tratada sin melodrama.
En los coches japoneses el volante está a la derecha. Jay (Romain Duris) se ha acostumbrado a este detalle. Este francés debió haberse acostumbrado a muchas otras cosas. Por ejemplo, la ley local le impide ver a su hija. Custodia compartida, derecho de visita, la ley no parece prever estas soluciones. Por otra parte, la pensión alimenticia es obligatoria. País encantador. Dura nueve años. No se sorprenda si sus nervios están a flor de piel después de eso. Sucede que explota. ¿Cómo hacerlo de manera diferente?
En su vehículo con una bola verde en el techo, este taxista recorre Tokio día y noche. Este “gaijin” conoce tan bien la ciudad que a veces sus compañeros le llaman para pedir ayuda. Su trabajo le hace cambiar de opinión. En su apartamento mantuvo intacta la habitación de Lily, cuyo nombre se tatuó en la cadera. Los abogados lo están arruinando. Todavía no está divorciado. Durante una entrevista en vídeo, su padre le pide que regrese a Francia.
Una mañana…
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