la larga paciencia de la inteligencia

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Malika Berthier (Rachida Brakni) y Lucie Kessler (Fleur Geffrier) en la serie “Los espías del terror”, creada por Franck Philippon. CAROLINE DUBOIS/TETRA MEDIA/M6

M6 – MARTES 12 DE NOVIEMBRE – 21:10 – SERIE

Cinco temporadas de Oficina de Leyendas nos había hecho creer que el arte de la inteligencia apoyaba la transparencia, que podíamos desmantelar los mecanismos y afectos que rigen la vida de los agentes secretos, crear hermosas historias a partir de ellos estando perfectamente informados de la realidad de la profesión.

Cuatro episodios de Espías del terror devolvernos a nuestros sentidos. Esta ficción inspirada en la investigación del periodista Matthieu Suc (HarperCollins, 2020) se ve perpetuamente obstaculizada por la realidad, la del trabajo de los servicios franceses en las semanas y meses que siguieron a los atentados del 13 de noviembre de 2015 en Saint-Denis y París. Hay que esperar pacientemente hasta que el trabajo de los actores y la dirección de Rodolphe Tissot le permitan encontrar una verdad distinta a la de la historia, la de la ficción.

En el programa, largas reuniones en la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE) y en la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI), otras reuniones entre ambos servicios, que no tienen las mismas prioridades. La inteligencia externa desea eliminar a los dirigentes del Estado Islámico (Daesh), como exige el poder político, mientras que la inteligencia interna quiere impedir nuevos ataques, incluso si eso significa detener demasiado pronto a sospechosos que podrían conducir a sus superiores.

Procedimientos tediosos

Para que estos procedimientos, a menudo tediosos, sean dramáticos, incluso trágicos, debemos lograr encarnarlos. Durante mucho tiempo, la serie luchó por encontrar el equilibrio entre las limitaciones del relativo respeto por los hechos y las necesidades del arte dramático.

Los dos grandes servicios de inteligencia están interpretados por mujeres: Malika Berthier (Rachida Brakni) para la DGSE y Lucie Kessler (Fleur Geffrier) para la DGSI. Madre, la soldado está casada con un médico de los bomberos de París que sufre estrés postraumático; la policía vive un romance incierto con un colega del mismo departamento (Pierre Perrier). Estas anotaciones inicialmente desordenan la historia, pareciendo desvíos forzados, tomados para afirmar la humanidad de las personas responsables de tareas inhumanas.

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Debemos desviarnos hacia Lille, donde el mayor Vincent Morin (Vincent Elbaz) vigila el movimiento yihadista. Allí recluta a Saïd (Rachid Guellaz), quien afirma poder proporcionarle información a cambio de ayuda para repatriar a su hermano menor comprometido en las filas del Estado Islámico. Midiendo con mucha precisión las motivaciones de su personaje (reconocimiento social, lucro, solidaridad familiar, civismo), Rachid Guellaz saca a la luz todo este aspecto de la historia.

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