“Hay algo extraordinario al inicio de la Vendée Globe. Quiero decirte esto… Entonces, te pones en camino, hay muchos barcos a tu alrededor. Luego, las pequeñas embarcaciones se van poco a poco, la costa se va alejando a medida que pasan los kilómetros. Después sólo quedan los barcos grandes, la costa, ya no la ves pero aún quedan los pequeños helicópteros que están allí. Y ahí llega un momento imprescindible de la Vendée Globe, cuando el último helicóptero vuelve a aterrizar….
Y recuerdo una pequeña historia: fue hace ocho años. Entonces veo partir el último helicóptero. Comienza la carrera, vámonos. ¡Estoy viajando por gran parte del mundo y llegando a este famoso Cabo de Hornos! Ahí, ¿qué veo? Un helicóptero. Asombroso ! Lo primero que dejas es la tierra y el último ser vivo de la especie humana que dejas es el helicóptero con los chicos dentro. Y cuando llegas al Cabo de Hornos, unos 60 días después de la partida, lo primero que ves es otro helicóptero, el que todavía está a la vanguardia de la tecnología humana. ¡Y creo que es genial! Antes incluso de ver tierra, vuelves a ver un helicóptero.
Para mí, esta imagen del helicóptero que regresa a tierra mientras despegas es una imagen muy fuerte de la Vendée Globe. En ese momento no entras en la soledad, es sólo “tranquilidad”. Sí, todo se calma. Cuando emprendes una vuelta al mundo en solitario y sin escalas, la bolsa de piedras que llevas a la espalda se llena y, a medida que avanzas, hay piedras que caen, como Pulgarcito. Y luego, en un momento, cuando el último helicóptero regresa a aterrizar, su bolso está vacío. Allí comienza la gira mundial”.
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