La propuesta del Ministro de Cultura de gravar la entrada de visitantes a la catedral de París, para “salvar todas las iglesias de Francia”, es impensable para el mundo católico. Con LéNA, descubra lo mejor del periodismo europeo.
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Publicado el 11/07/2024 a las 11:33
Tiempo de lectura: 4 min
la polémica ha ido en aumento desde que la ministra de Cultura, Rachida Dati, propuso cobrar a los visitantes la entrada a Notre-Dame de París. Solución, según ella, para salvar el patrimonio religioso en Francia.
Pero ¿dónde termina la adoración y comienza la cultura? Para la Iglesia católica, que está detrás de la construcción de las grandes catedrales, tal separación no tiene sentido. La belleza buscada en la arquitectura pretende significar la grandeza de Dios. Sin embargo, la belleza, gratuita en esencia, está abierta a todos. Lo mismo ocurre con el recogimiento, la contemplación y la oración. Son incondicionales en estas catedrales. Bajo ninguna circunstancia la Iglesia quiere cobrar por el acceso a sus edificios, especialmente a Notre-Dame de París, incluso si se han convertido en puntos turísticos.
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