Donald Trump logró su apuesta de regresar a la Casa Blanca el miércoles 5 de noviembre, una clara victoria que está causando conmoción en Estados Unidos y en todo el mundo.
El regreso del republicano es tanto más extraordinario cuanto que su tercera campaña estuvo marcada por dos intentos de asesinato, cuatro acusaciones y una condena penal.
Su victoria fue clara y rápida: el expresidente ganó los dos estados en disputa de Carolina del Norte y Georgia en unas pocas horas, antes de que Pensilvania y Wisconsin sirvieran como su último trampolín.
Incluso antes de que fuera oficial, el republicano recibió una lluvia de felicitaciones de funcionarios extranjeros, desde Emmanuel Macron hasta Volodymyr Zelensky.
vestir las heridas
Tras dejar la Casa Blanca sumida en el caos, el tribuno logró, como en 2016, convencer a los estadounidenses de que comprendía mejor que nadie sus dificultades cotidianas.
O mejor, en cualquier caso, que la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, que dirigió una campaña relámpago tras la espectacular retirada de Joe Biden, sin que su mensaje centrista de unidad movilizara suficientemente, frente a las diatribas de su rival sobre la inflación y la inmigración.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca sumerge a millones de estadounidenses con gorras rojas en la euforia y a tantos otros en el miedo, traumatizados por su retórica cada vez más amarga, especialmente hacia los inmigrantes.
¿Cómo reconciliar estas dos Américas que están separadas por todo y que gritan “¡USA!”, “¡USA!” “¡EE.UU!” con definiciones polares opuestas?
Al prestar juramento el 20 de enero, le corresponderá al republicano curar las heridas de este país completamente al límite.
En su discurso de victoria, Donald Trump pidió “unidad“, instando a los estadounidenses a poner “las divisiones de los últimos cuatro años han quedado atrás.
Durante su campaña, sin embargo, atacó a su rival con insultos, acusó a los inmigrantes de“envenenar la sangre del país”se burló de sus rivales.
France