Si de entrenadores y jugadores hubiera dependido, esta jornada liguera no se hubiera disputado. El cataclismo que ha dejado la DANA -supera los 210 fallecidos- en las zonas afectadas ha creado unanimidad en los principales actores del campeonato. La Liga defiende la continuidad del torneo doméstico.
«El mejor mensaje es estar en primera línea en nuestros puestos de trabajo como todos los trabajadores del resto de sectores, dando visibilidad, generando recursos y explicando al mundo que tenemos que estar todos manos a la obra para salir adelante», anunció Tebas, que utiliza el fútbol como lo que es, una actividad masiva y generadora de emociones y celebraciones.
Aunque la duda, al menos, está generada. ¿Hay algo que celebrar? ¿Es indecente festejar un triunfo mientras todavía se desarrolla la tragedia? La Liga cree que sí, que deben competir todos excepto «en las zonas afectadas». Por eso no ha dado de la orden de bajar la bandera y ocho de los diez enfrentamientos se llevarán a cabo con la normalidad que buenamente se pueda.
El Atlético se reencuentra
Si había que jugar, debía ser con la mayor dedicación posible. El Atlético, que andaba en búsqueda de su identidad y al que las derrotas consecutivas ante Lille y Betis y la tardía victoria sobre el Vic -equipo de Sexta División-en Copa le habían zarandeado, aprobó la reválida ante Las Palmas.
No por el triunfo, que también, sino porque se impuso al adversario a través del juego. Cierto es que no es un rival de su Liga, pero tampoco lo era el Leganés y por aquel entonces los rojiblancos sudaron para hacerles claudicar. Ante Las Palmas impusieron su plan y su idea de juego desde el inicio. No concedió ocasiones atrás y generó en ataque. Muy activos por los costados con Giuliano y Galán y compactos sin balón.
Giuliano derriba la puerta
Eléctrico y determinante. Giuliano se ha iluminado en la semana oscura del Atlético. Ante el Leganés llamó a la puerta con la participación en el gol que inició la remontada y la asistencia en el que lo selló. Contra el Vic honró la Copa del Rey, siendo uno de los más activos.
Y ante la UD Las Palmas tiró abajo la puerta. Su pelea, incansable, es propia de un canterano que ama a su club. Fue entrega y trabajo por el costado. Tanto arriba como abajo. No escatimó esfuerzo defensivo alguno y se vistió de goleador, su primero con la camiseta del Atlético, para guiar a su equipo y espantar la zozobra de los últimos partidos. Celebró con rabia, como un canterano.
Lenglet se lo gana
De la enfermería al once titular. El viaje de Lenglet encontró pista de aterrizaje ante Las Palmas con un vuelo de puro central. Sólido en los choques, contundente en los cruces y con confianza en sí mismo. A sus 29 años, todavía le quedan años de fútbol. Su fichaje fue de los menos sonados, pero, en ausencia de Le Normand, demuestra tener galones para asumir su hueco.