Lo que parecía un accidente se acabó convirtiendo, para Las Palmas, en una fea costumbre que tan cerca estuvo de llevarle de nuevo al páramo de Segunda y que hace menos de un mes se llevó por delante a Luis Carrión, a quien se le terminó chafando así su estreno en un banquillo de Primera. Ocurrió que, en febrero del año pasado, muy felices se las prometía Las Palmas antes de visitar al Atlético. Le sacaba 18 puntos al Cádiz, antepenúltimo, y aquel 5-0 que se llevó puesto del Metropolitano no parecía ser nada más allá que una estruendosa casualidad en uno de los estadios más electrizantes de Europa. “No pasa nada, cualquier habría firmado esto a principios de temporada”, empezó a ser el mantra del vestuario tanto en público como en privado.
Sin embargo, aquel KO en la guarida del Atlético de Madrid resultó ser el día de la marmota para el equipo grancanario. Desde entonces, 17 de febrero de 2024, y hasta el lunes de la semana pasada, cuando ganó 2-3 en Mestalla, Las Palmas no fue capaz de ganar ni un solo partido, enganchando así 23 jornadas sin catar el dulce sabor de la victoria. Si casi le cuesta la permanencia, después lo pagó con el cambio de entrenador antes de tiempo. Pese a la recuperación con Martínez, sacar tajada hoy del Metropolitano cerraría heridas y espantaría a esa marmota complaciente que, tan feliz ella, se creía que no pasaba nada. Y vaya si pasó.
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