Montceau – “El hombre de arcilla”, Raphaël Thiéry rompe su caparazón por amor

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Está allí, de pie, ante los 189 espectadores que asistieron a la proyección de la película “El hombre de barro” el martes por la tarde en el Embarcadère.

Raphaël Thiéry se deshizo de su caparazón de arcilla pero su estatura natural es imponente. Sus manos, su torso, su “rostro” están en manos de todo director. En “El hombre de arcilla” fluye hacia la pantalla como la arcilla se desliza entre los dedos de Garance interpretado por Emmanuelle Devos, una artista contemporánea en busca de su sueño.

Este encuentro entre Raphaël, el guardián de la mansión, y Garance, la heredera del lugar, es fruto de la imaginación de Raphaël Thiéry y de la directora Anaïs Tellenne. “Durante un mes trabajamos en la escritura del guión de Anost”, al menos en líneas generales, testimonia el actor, que reconoce que Raphaël en la película se parece un poco a Raphaël Thiéry en una vida pasada. “Es cierto, tenía un ojo atrofiado, así que con eso no vas a ser un ganador en la vida”.

Raphaël es un ser frágil y un morvandiano brusco que vive con su, por lo demás, comprensiva madre y que ocupa su lugar en la película. Ella es el hilo conductor entre su hijo, Garance, y la libertina cartera.

Mireille (la madre) no es una actriz profesional, participó en un casting salvaje. “Fue un destello”, revela Raphaël Thiéry, “estaba en total resonancia con el territorio”. Una mujer local.

Mireille vive en Dijon, en un sexto piso sin ascensor y en el plató tenía 90 años. Ella se convirtió en la mascota de la película. Tiene una energía increíble”, dice “su hijo”. A sus 90 años, tuvo que familiarizarse con un andador, un objeto improbable a sus ojos. Mejor aún, recibió el primer premio al mejor papel secundario en el festival Jean Carmet de Moulins.

La historia imaginada en Anost se desarrollaría en Morvan; luego “la película se rodó donde nació con el apoyo de la región Borgoña-Franco Condado que, por cierto, debería interesarse más por el arte cinematográfico y animar a los realizadores a sumergirse en los paisajes de Nosotros.

Una película que se escucha más que se ve

Buena parte de la película se rodó en Anost, un poco también en Autun, mientras que el castillo está situado en La Comelle, un pequeño pueblo de 250 almas. “Visitamos una treintena”, explica el actor, sorprendido por la cantidad de castillos que hay en Morvan. “¡En Comelle hay cinco! »

La película, a pesar de las apariencias, no parece un drama. Podría haber terminado con un gran incendio y la muerte de Rafael, como sucedió en su día, pero es más bien un canto al renacimiento cuando la llegada de una mujer pondrá patas arriba su vida cotidiana. Es una película más escuchada que vista con muy pocos diálogos donde predomina la mirada y el sonido. Un poco como en La zona de interés y la historia del comandante del campo de Auschwitz. La música y los sonidos son suficientes. El ojo hace el resto y no hace falta devanarse los sesos, sólo hay que dejarse llevar para librarse de una sensación de déjà vu o para ver un mensaje subliminal.

“La película es bastante muda, eso sí, con muy pocos diálogos y la música discreta que transmite la película”, confirma el hombre de barro contento con lo vivido con Garance (en la película), mientras que el artista “cree en una historia de amor para su trabajo”, expresa con toda naturalidad.

“El hombre de arcilla” es un descubrimiento muy bonito para poner en cada habitación. Ésta es la razón por la que amamos el cine en pantalla grande.

En cuanto a Raphaël Thiéry, que año tras año se fortalece y mejora como actor, “estoy escribiendo un largometraje y estoy buscando un productor”, afirma. Es la mejor manera de desempeñar el papel protagonista.

Juan Bernardo

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