No todo es perfecto, pero la sociedad que gestiona los derechos de autor y la plataforma francesa de streaming han firmado un acuerdo que debería permitir avanzar hacia un sistema más justo que no pague sólo a los artistas más reproducidos.
Por Jean-Baptiste Roch
Publicado el 16 de enero de 2025 a las 6:26 pm
doTodavía no es el modelo ideal, pero estamos avanzando. El anuncio de ayer del acuerdo entre Deezer y Sacem marca un paso positivo en el lento camino hacia una remuneración justa y decente para los músicos en las plataformas de streaming. En concreto, Sacem, gigante francés de la gestión colectiva de los derechos de creadores y editores en todo el mundo, adopta el modelo de redistribución de derechos de autor llamado “artist centric” implementado en Deezer en Francia.
La plataforma francesa puede enorgullecerse de ser desde hace años uno de los pocos actores del sector que se esfuerza por enviar señales positivas a los artistas. Uno de sus primeros pasos fue promover una alternativa al actual sistema de prorrateo, que significa que a un artista se le paga según su participación de mercado en las plataformas. A este sistema “market centric”, que favorece excesivamente a los artistas más escuchados, Deezer se opone desde hace varios años al “user centric”, un sistema centrado en el usuario, cuya suscripción sólo debe remunerar a los artistas que escucha. y no a los artistas más escuchados en la plataforma. Un sistema aparentemente más justo, aunque un estudio del Centro Nacional de Música señaló efectos limitados para los artistas más necesitados. Al menos simbólicamente, el gesto debía ser bienvenido.
Nuevos efectos perversos
Con el sistema “centrado en el artista”, Deezer está tratando de perfeccionar su enfoque para corregir los efectos perversos del sistema de distribución de valores en las plataformas, que sobrevalora el hype y fomenta la “falsa escucha”, lo que requiere la generación de millones de escuchas para buscar. unos miserables euros. Probado desde 2023, en el marco de un estrecho acuerdo firmado por Deezer, pero también Spotify en abril de 2024, con las grandes Universal, Warner y la independiente Wagram, el sistema introduce ahora un aumento de la remuneración por los títulos buscados activamente por los usuarios o descubiertos en un Lista de reproducción de Deezer, y no mediante un algoritmo.
Otro “impulso” (un stream vale dos), este algorítmico, también se aplica a los artistas que acumulan más de mil escuchas al mes, de al menos quinientos oyentes diferentes. “Una forma de incrementar el valor de la creación artística”, Queremos creer en Sacem, que también va acompañado de la “limpieza” que realiza Deezer de todas las pistas que contienen ruido o sonidos funcionales (ruido blanco, vientos, etc.), que rebajan el valor de los streams.
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Para limitar el creciente efecto de los “usuarios intensivos”, estas comunidades de fans que escuchan repetidamente las pistas de sus artistas favoritos -a menudo los más grandes, a menudo raperos-, así como los “bots” que generan reproducciones artificialmente, el sistema “centrado en el artista” Finalmente establece un límite a la participación de cada usuario, con un tope de mil streams por mes. Según Deezer, de media, un usuario genera seiscientas reproducciones al mes. Tantas medidas que, por tanto, parecen ir en la dirección correcta.
Lo cierto es que algunas discográficas todavía se muestran reticentes a respaldar el modelo. Y una parte de la industria deplora nuevos efectos perversos, así como una negación de la filosofía “centrada en el usuario”, tan promovida por Deezer. Es el caso de los sellos independientes agrupados en Félin (Federación Nacional de Sellos Independientes). En un comunicado de prensa de finales de 2023, ya deploraron un acuerdo sin consulta entre operadores internacionales, del que excluyen los nuevos niveles, “de facto, una porción importante de artistas emergentes, pero “profesionales””. Músicos que recién empiezan y que naturalmente vegetan por debajo de las mil escuchas mensuales. Para estos en particular, el modelo aún está por perfeccionar.