De hecho, fue el miércoles cuando la obra titulada Una historia silenciosa será lanzado oficialmente. En este caso de una editorial que, como la abuela del autor, tiene raíces en Saguenay.
“Todavía tengo parte de mi familia en Chicoutimi y iba mucho allí para investigar. A veces pasaba por delante de las oficinas de La Peuplade en la calle Racine y me decía: ¡vaya, se cerraría el círculo si se publicara allí! Es muy simbólico”, afirma Alexandra Boilard-Lefebvre.
La felicidad resultante es tanto más sincera cuanto que el ciclo tardó mucho en completarse.
Cuatro años, para ser exactos.
Un período durante el cual el artista quebequense, combinando este proyecto con varios otros, habrá desempolvado numerosos recuerdos, archivos y silencios. Siempre con el objetivo de hacer a su abuela Thérèse un poco menos “fantasmal”. Su recuerdo un poco más palpable.
Porque quien murió a los 27 años, mucho antes del nacimiento de Alexandra Boilard-Lefebvre, siempre no habrá sido más que una “ausencia”. Un nombre mencionado sobre la marcha, a lo largo de historias familiares, sin decírselo realmente a la persona que está detrás.
“Desde que era joven siempre me ha mantenido ocupado, siempre ha despertado mi curiosidad. Luego terminé haciéndome preguntas sobre cómo hablar de ello. Me di cuenta de que era la historia de alguien que estaba ausente. Hay muchos vacíos, muchos silencios. Me pregunté cómo podemos contar la historia, no de una presencia, sino de esta ausencia”.
— Alexandra Boilard-Lefebvre
Los sentimos claramente, estos largos espacios y estas grandes comas, a lo largo de los testimonios familiares relatados por el autor. La información a veces es aún más numerosa entre líneas. Al final de una palabra repetida. De un detalle olvidado. U omitido.
Muy evocadora, esta forma de contar tiene también algo francamente poético.
“Fui a conocer gente que la conocía, sin saber muy bien qué iba a hacer con esa palabra. Y ante las discusiones, la forma en que se dijo, las vacilaciones, los silencios, las repeticiones, en qué insistimos, en qué volvemos, me dije: ¡está todo ahí!”.
“Hay una belleza en el lenguaje oral que me conmovió mucho. No quería pulir eso”, añadió el autor.
Otra cosa que Alexandra Boilard-Lefebvre quiso mantener intacta fue el retrato multifacético, complejo, complicado e imperfecto de su abuela. Que se construye gracias a la suma de una quincena de perspectivas suficientemente complementarias. Incluso un poco “contradictorio”.
“Algunos la describen como muy testaruda y dura, mientras que otros dicen que está del lado de la alegría, el placer y la extravagancia. Como nieta me gusta imaginarme a esta mujer llena de vida, llena de alegría, sensible, inteligente. Allí encuentro lo que quiero encontrar”.
“Si hubiera eliminado esta complejidad, esta contradicción, creo que me habría alejado de la verdad”.
El vasto retrato pintado permite también a algunos lectores reconocer a su tía, su madre, su abuela, señaló Thérèse Lefebvre entre colegas y amigos.
Y al mismo tiempo nos permite resonar con toda una generación de mujeres. Quienes en algunos casos pueden haber visto trazado su destino de forma demasiado rígida.
“También habla de una época, de la falta de opciones, de posibilidades, de la dificultad de soñar, de imaginarse a uno mismo de otra manera. Todavía había un camino que entendemos estaba bastante claro para las mujeres de esa época, tener que casarse y perder su nombre. No es necesariamente culpa de un individuo, es todo un sistema que ha impedido la vida de muchas mujeres”.
— Alexandra Boilard-Lefebvre
Biblia Una historia silenciosade Alexandra Boilard-Lefebvre, estará disponible a partir del miércoles en las librerías. Antes de ser objeto de un lanzamiento oficial, el 30 de enero a partir de las 17 horas en la librería Point de suspension de Chicoutimi.