Hace 150 años, 5 de enero de 1875 Uno de los monumentos más emblemáticos de París surgió del suelo: el Palacio Garnier. Durante su construcción, comandado por Napoleón III, En primer lugar, se trataba de imaginar un acceso seguro para el emperador, que acababa de ser víctima de un atentado en la entonces ópera Le Peletier (sala de ópera parisina de 1821 a 1873).
El proyecto de construcción de una nueva ópera es un un proyecto muy antiguo que data del Siglo de las Luces. En el momento en que nos decimos que París, la capital de Europa en cierto modo, necesita tener una ópera a su altura.
Antes del Palacio Garnier, no existía ninguna sala que estructurara el espacio parisino. Ésta es realmente la gran novedad de esta ópera. En cierto modo, el proyecto de Garnier y Napoleón III es la culminación de las ideas del Siglo de las Luces.
Decisiones arquitectónicas audaces
es crear un notable ópera en París que estructura el espacio urbano, por lo tanto que estructura no sólo un distrito, sino que luego está conectado por esta avenida que finalmente será perforada después de la caída de Napoleón III y que se llamará avenida de la ópera, que conectará el lugar. del poder en lugar de los placeres que es la ópera.
Desde su concepción, El Palacio Garnier fue escenario de decisiones audaces. El arquitecto Charles Garnier, en respuesta a los desafíos que planteaba el terreno húmedo, imaginó una solución ingeniosa: la creación de un tanque de agua debajo del edificio, a menudo llamado “el lago”, para estabilizar la estructura. Esta innovación, sin la ayuda de ordenadores ni de inteligencia artificial, demuestra el genio de Garnier, comparable al de Gaudí, según Albane de Chatellus, responsable de protocolo de la Ópera Nacional de París.
“Paseo del Bailarín” y Fantasma de la Ópera
La ópera también está llena de leyendas. Uno de los más famosos es el del “paso de la bailarina”, un escalón ligeramente quebrado de la escalera principal. Según la leyenda, una pequeña bailarina se cayó del techo de cristal y se suicidó en este escalón. Aunque la historia está embellecida, tiene su origen en una noticia real, según explica Mathias Auclairdirector del departamento de música de la Biblioteca Nacional de Francia.
Otra anécdota fascinante: la tradición de acariciar los pies de las torchières en la entrada de la gran escalera para asegurar su regreso a la ópera. Esta costumbre, similar a la de arrojar una moneda a la Fontana de Trevi en Roma, añade un toque de misterio a este lugar ya cargado de historia.
Por último, la Ópera Garnier es también la cuna de la leyenda de Fantasma de la Ópera, Popularizado por Gastón Leroux. La logia número 5, conocida como “el fantasma”, está situada justo al lado de la logia del antiguo emperador, añadiendo una dimensión mítica a este lugar de cultura.
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