El estudio publicado en la revista Fronteras en psicología encuestó a 2.438 canadienses de entre 14 y 92 años, durante los meses de enero a junio de 2022, en medio de la pandemia de COVID-19, mediante un cuestionario en línea.
“Al principio queríamos saber cuáles eran los efectos de la práctica instrumental, pero nuestro equipo de investigación consideró muy importante poder compararlos con la población canadiense en general, es decir, las personas que no tocaban música y las que tocaban otras. tipos de música, como coros, prácticas solistas, etc.”, explica Audrey-Kristel Barbeau, profesora del departamento de música de la UQAM y coinvestigadora del estudio.
La muestra analizada incluyó a 1.619 músicos, es decir, personas que practicaban música en el momento de la encuesta, clasificados como músicos profesionales, aficionados, estudiantes de secundaria o personas que practicaban música en el nivel postsecundario.
“Practicar música tiene un impacto no sólo en la salud mental, sino también en el bienestar y el apoyo social. Esto queda claro si lo comparamos con las personas que no hacen música, es decir, con la población en general”, resume el profesor Barbeau.
El estudio encontró algunos matices en estos beneficios dentro de diferentes tipos de prácticas musicales, particularmente entre músicos que practican en grupo y aquellos que tocan en solitario.
“Los músicos solistas se vieron especialmente afectados negativamente en términos de salud mental durante la pandemia en comparación con aquellos que no tocaban música solista”, explica la Sra. Barbeau.
Sin embargo, sorprendentemente, el estudio encontró que los solistas tenían mejor apoyo social que las personas que tocaban música en grupos, como bandas y orquestas.
“La hipótesis era que quizás sea un efecto de solidaridad a través de la soledad durante la pandemia, el hecho de que hubiera conciertos en balcones, actuaciones online”, indica el profesor.
Además, los encuestados pudieron seleccionar más de un tipo de práctica, lo que puede haber tenido un efecto en los resultados del estudio, ya que varios músicos informaron tocar música solo y en grupo simultáneamente. Por tanto, su apoyo social podría provenir en parte de su práctica grupal.
Diferencias entre músicos aficionados y profesionales
La frecuencia de la práctica musical también influye en el alcance de sus beneficios.
“Cuanto más practicamos, más impacto tiene en el bienestar, la salud mental y el apoyo social”, dice la Sra. Barbeau. Esto se puede explicar por el placer que proporciona la práctica musical, pero también por el hecho de que la práctica regular puede llevar a una persona a ver mejoras musicales más tangibles, lo que tiene un efecto positivo en la motivación, especifica el profesor.
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Además, el estudio encontró que los niveles de bienestar eran más altos entre los músicos aficionados que entre los músicos profesionales y aquellos que hacían música en el nivel postsecundario. El estudio define a las personas con práctica musical postsecundaria como músicos que han estudiado música y que continuarían haciendo música a un alto nivel, sin que sea su profesión principal, indica Barbeau.
El profesor explica que la salud mental de estos dos últimos tipos de personas puede haberse visto más afectada durante la pandemia, en particular debido a la precariedad financiera ligada al cese de conciertos y a la incertidumbre sobre su empleo. Los músicos profesionales también enfrentan ansiedad escénica y el riesgo de lesiones cuando tocan con frecuencia, lo que también puede explicar este hallazgo, añade.
Por tanto, los resultados sugieren que “la práctica musical amateur realizada de forma regular, y especialmente en grupo”, combinada con actividades deportivas o sociales, tiene un impacto especialmente positivo, según el profesor.
“Tuvo un efecto durante la pandemia y estoy convencida de que, si volviéramos a hacer la encuesta hoy, podríamos ver que sigue siendo un beneficio participar en todo esto”, afirma Barbeau.
Accesibilidad de la música.
El estudio también especifica que la práctica musical, cuando se combina con la práctica de un deporte, la participación en clubes sociales o el voluntariado, tiene efectos positivos sobre el bienestar.
“Existe un buen conocimiento de los efectos beneficiosos que encontramos a través del deporte en la sociedad, y de los efectos beneficiosos de la música. Yo diría que está empezando, pero realmente no al nivel del deporte”, afirma Barbel.
El profesor destaca que en la sociedad persiste una percepción elitista de la práctica de la música.
“Sería bueno que, cada vez más, la música fuera vista como un elemento accesible que aporta beneficios a la salud de las personas”.
Como parte de sus estudios de doctorado, la Sra. Barbeau también creó un conjunto destinado a personas que nunca habían tocado música y que decidieron aprender a tocar un instrumento más adelante en su vida, para hacer más accesible la práctica de un instrumento.
El profesor destaca que existen otras formas económicas de practicar música, como utilizar un software que permite componer música o cantar en un coro, cuyo canto también tiene beneficios. Algunas bibliotecas también ofrecen préstamo de instrumentos.
Finalmente, la señora Barbeau aclaró que el estudio publicado actualmente es una investigación inicial, mientras que los investigadores analizarán otros datos para hacer comparaciones más detalladas entre los músicos y la población general, así como un estudio que analice la variable del género.