Paule Brillouët (Hervo, su apellido de soltera) nació en Locminé el 17 de diciembre de 1924, en una familia de comerciantes, zapateros. Tenía un hermano mayor, un poco mayor, Raymond (antes de los comandos Kieffer) y perdió a su madre a la edad de 4 años. El padre de Paule Brillouët se volvió a casar un poco más tarde, dándole dos medias hermanas, Marcelle y Marie-Claire.
Cuando era adolescente, Paule Brillouët asistió a la escuela de limpieza de Kermaria y luego trabajó en los mercados con su padre. En 1946 se casó con Maurice Brillouët, un joven apuesto, panadero de formación, con quien tuvo tres hijos, Didier en 1947, Claude en 1948 y Michel en 1951.
Una gira mundial
Con su marido, Paule Brillouët regentaba una panadería en Saint-Jean-de-Monts (Vendée), antes de que Maurice se convirtiera en soldado del ejército del aire durante quince años, participando en combates en Indochina y Argelia antes de trabajar como almacenista-contable en el sector civil, instalando fábricas en diferentes países (Arabia Saudita, Rusia, etc.). Durante su vida, Paule Brillouët lo siguió a Irán, Mauritania, Marruecos e incluso a Alemania del Este.
En 1968, el matrimonio se instaló, para jubilarse, en Poulfanc, en Séné, donde recibió a numerosos amigos. “Nuestros padres dejaron de viajar en ese momento. Iban a Córcega una vez al año pero tenían una vida social muy activa”, explican Didier y Michel, los hijos de Paule. Su padre murió en 2004 de un infarto y Paule Brillouët se acercó más a sus hijos viniendo a vivir a Brandivy.
En 2019, tras una caída y una larga hospitalización, Paule Brillouët se mudó a la casa compartida de Golher donde dice estar “muy feliz y mimada”. Cinco años después, el sábado 14 de diciembre, celebró allí su centenario, con su familia y con el personal, los voluntarios y otros residentes, de buen humor con pasteles, burbujas, regalos y confeti.