un hombre tras los pasos de su torturador

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Hamid (Adam Bessa) y Harfaz (Tawfeek Barhom) en “Los fantasmas”, de Jonathan Millet. RECUERDO

LA OPINIÓN DEL “MUNDO” – NO DEBE PERDERSE

Película de espías, thriller tenso, sin efectos estilísticos ni explotación intempestiva de los códigos ordinarios y fáciles del género, el primer largometraje de Jonathan Millet juega con los nervios. Con sencillez, al menos en apariencia, sacando su fuerza de la realidad en la que se inspira la película y del material que contiene, concentrándose íntegramente en un personaje cuya historia y viaje cuentan para miles de otros. Hamid (Adam Bessa) es un superviviente de la prisión militar de Saidnaya, cerca de Damasco, la más mortífera del régimen de Bashar Al-Assad.

Descubrimos al joven en 2016 en Estrasburgo, ciudad fronteriza con Alemania, donde le concedieron el estatus de refugiado. Su presencia en Francia surge de una necesidad misionera: encontrar a su antiguo verdugo cuyo rostro desconoce, ya que el suyo, durante los interrogatorios, estaba cubierto por una bolsa. Una búsqueda azarosa, casi ilusoria, a la que Hamid, sin embargo, permanece apegado, aferrándose como un náufrago a su balsa. La película también. Que no se suelta, siguiendo cada uno de sus movimientos, fijando su mirada profunda, alerta, atenta al más mínimo detalle, que se nos escapa.

Esta mirada nos absorbe, se hace nuestra, da forma a los fantasmas, hunde en el abismo lo que, en definitiva, obra en el cine. Un ojo que detrás de la cámara nos obliga a adoptar su punto de vista, a seguir lo que señala, a descifrar las zonas que ilumina.

Leer la reseña Artículo reservado para nuestros suscriptores. Cannes 2024 “Los fantasmas”, un thriller sensorial sobre la caza de un criminal de guerra sirio

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El héroe del largometraje de Jonathan Millet, elegido para inaugurar la Semana de la Crítica del Festival de Cannes en mayo, está absorto en esta tarea. La cual se convierte en su razón de ser, la promesa de su salvación. Como un duelo que no se puede hacer por la muerte de un ser querido cuyo cuerpo nunca ha sido encontrado, el futuro de Hamid permanece sin horizonte mientras no se identifique al torturador al que persigue.

Redes subterráneas

El andar discreto y la moderación que rigen la película siguen el ritmo de su personaje, haciendo experimentar la sensación de presencia total de aquello que lo absorbe. Esta intensidad se la debemos al actor Adam Bessa, cuya gravedad y su interioridad oscura, casi dolorosa, dan la medida de lo que está en juego y del peligro que entraña. En Cannes, el actor recibió el premio a la mejor interpretación por su papel en otra película (presentada en Una cierta mirada): Caso (2022), de Lotfy Nathan.

Esta intensidad también se debe a la carrera del director Jonathan Millet, que cruzó y filmó alrededor de medio centenar de países de Oriente Medio, América del Sur y África, y vivió en Siria, en Alepo, donde aprendió árabe. Experiencias de las que ha extraído varios documentales que cuentan la historia del exilio a través de poderosas historias individuales: Y siempre caminaremos (2017), sobre la invisibilidad de los inmigrantes indocumentados; Ceuta, dulce prisiónelaborado con Loïc H. Rechi (2012), que sigue la trayectoria de cinco migrantes; La desaparición (2020), filmada en el Amazonas, que representa el retrato de Amadeo, el último de los hombres en hablar taushiro y cuyo fin está cerca.

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