En 2024, la paternidad todavía no es como cualquier otra maternidad. Esto es lo que aprendemos de dos libros que ponen al padre moderno bajo la lupa. Ya sea con el psicólogo clínico Kevin Hiridjee, autor de Qué es un padre, miradas a las paternidades de ayer y de hoy (Ed. Fayard), o entre los periodistas Guillaume Daudin y Stéphane Jourdain, que firmaron La estafa de los nuevos padres (Ed. Glénat), la observación es clara.
A caballo entre los valores de un pasado patriarcal y las nuevas realidades de un mundo que redefine la masculinidad, el padre de nuestro tiempo es una especie de opni, un objeto paternal no identificado, que todavía busca su lugar y su papel preciso –en el riesgo de ser una figura que se queda un poco atrás en el camino hacia una sociedad más igualitaria.
¿Estos famosos nuevos padres, elogiados desde los años 80, son sólo espejismos? Todavía no. Tanto en una obra como en otra, es imposible, señalan los autores, negar el hecho de que la papá Ha cambiado mucho desde los Trente Glorieuses. “Se permite estar más en el lado emocional y también realiza más tareas directamente relacionadas con el niño”, observa Guillaume Daudin.
Para Kevin Hiridjee, se están apropiando incluso de toda una dimensión que antes se consideraba exclusivamente femenina: “Los padres están mucho más en el cuidado y la presencia, especialmente con el niño pequeño, del cual han sido responsables durante mucho tiempo. La maternidad ya no es sólo una prerrogativa de las madres. Se tocan, se abrazan, se besan, es decir, toda una sensorialidad que apenas existía hace cincuenta años.
Padres no tan progresistas
Una revolución que tendría orígenes culturales, pero también… técnicos. “La ecografía, disponible en los años 70 y 80, ofrecía a los padres la posibilidad de conocer al niño antes del nacimiento; hacía visible lo invisible y permitía desarrollar el vínculo prenatal”, observa el psicólogo. Al mismo tiempo, es en este momento cuando las mujeres se pronunciarán para expresar su hastío de ser las únicas que llevan a cabo el cuidado y educación del niño, instando a los hombres a participar más.
A pesar de esta aparente reescritura del guión del padre en las cabañas, muchas cosas aún no están a la altura. Hasta el punto de que el dúo de periodistas no duda en hablar de una “estafa” sobre estos llamados nuevos padres. “Nos interesamos especialmente por este tema porque escuchamos a otras madres quejarse del agotamiento de los padres”, recuerda Guillaume Daudin. Durante nuestra investigación, nos sorprendió bastante ver que muchos padres objetivamente no estaban al nivel, incluso aquellos que decían que hacían más que su propio padre. Esta mayor implicación de las nuevas generaciones ya es grande en sí misma, pero la carga mental de criar a los hijos sigue recayendo a menudo sobre las madres. La igualdad aún no ha llegado”.
Un poco más en la filosofía del vaso medio lleno que del vaso medio vacío, Kevin Hiridjee destaca los avances sustanciales realizados por los papás de hoy y dice que este término “estafa” le parece exagerado. “Sin embargo, debemos escuchar este sentimiento de decepción de muchas mujeres ante los hombres que se han convertido en padres”, coincide. Todavía tienen que avanzar en su rol conyugal, y quizás aún más cuando hay hijos, como si su paternidad condujera a un desequilibrio en la relación con su pareja.
Las madres hacen el doble
Porque las elocuentes cifras socavan este mito de los nuevos padres. Entre los años 1980 y 2010, los padres, por ejemplo, duplicaron su tiempo diario dedicado a las tareas parentales… que, sin embargo, sigue siendo la mitad que el de las madres, informa el trabajo de los dos periodistas. Peor aún: cuantos más hijos tienen, menos tiempo dedican a tareas domésticas y parentales. Curiosa paradoja. Otro síntoma evidente, el 83% de las consultas médicas de los niños son realizadas por mujeres, prueba de que muchos padres están ausentes a la hora de asegurar la logística en el hogar.
“Hay mucha ilusión entre los hombres sobre su participación efectiva como padres, más allá de los buenos momentos que pasan jugando juntos o saliendo a caminar”, afirma Guillaume Daudin. Esto lo vemos en particular con estos papás que se exhiben con orgullo en las redes sociales y que, de hecho, no hacen tanto como creen. Muchos creen que son fantásticos, a menudo porque las pocas cosas que hacen son elogiadas por quienes los rodean”.
¿Cómo podemos explicar esta semi-revolución de los nuevos padres? Vestigios de viejos hábitos, sin duda. Un cierto consuelo al saber que el otro gestionará todo o también casi todo. Sólo que la mala voluntad o la inercia no son las únicas explicaciones. “Ya no existe un único modelo de padre, sino una multitud”, explica Kevin Hiridjee, “y esto mantiene, fundamentalmente, una forma de incertidumbre, de vaguedad, en el rol paterno. Los papás de hoy todavía buscan su lugar entre la distancia y la proximidad, entre la ternura y la autoridad, porque la sociedad les envía mandatos a veces contradictorios.
Papá gallina versus súper trabajador
El mundo laboral, por ejemplo, todavía parece resistirse a la idea de un padre que no prioriza su implicación profesional, valorando a menudo la virilidad y el rendimiento más que la esfera emocional y privada de los hombres. Hasta el punto de que recientemente hemos visto surgir el término paternidad secreta describir la actitud de estos padres que ocultan su implicación en la educación de sus hijos a los ojos de su empleador, para no dar la impresión de desvincularse profesionalmente.
Incluso si toleramos cada vez más que un padre deje su trabajo temprano para recoger a sus hijos después de la escuela, el trabajo a tiempo parcial está lejos de ser lo que se espera de un hombre.
“Muchos realmente quieren cuidar más de sus hijos, pero creo que nuestra sociedad, inconscientemente, aún no está preparada para llorar la pérdida de este padre protector, autoritario y distante”, lamenta la psicóloga. Esto requiere que los hombres hagan mucho bricolaje y muestren creatividad para encajar en esta complicada ecuación. También veo que muchos padres vienen a las consultas para discutir estas ansiedades y estas preguntas”.
Si algunos países –los nórdicos en particular– han optado por un permiso parental prolongado equivalente al de la madre, la mayoría de los Estados del mundo siguen ofreciendo el llamado permiso de paternidad, que sigue siendo anecdótico, a pesar de los avances realizados en los últimos años. Para que los padres sean verdaderamente nuevos, el trabajo que queda por realizar parece ser, por tanto, una tarea verdaderamente colectiva.
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