En la pantalla grande se llaman Jeanne y Claire. En la vida real, Audrey y Diane Pleynet son alsacianas, gemelas, pianistas destinadas a una carrera internacional. Su impulso se vio roto cuando fueron afectados por una enfermedad huérfana que ataca huesos, músculos y ligamentos. Pero “los prodigiosos” no se dan por vencidos. Lo que dos manos ya no pueden jugar, cuatro pueden hacerlo.
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En cartelera desde el 20 de noviembre, “Prodigieuses” es una película biográfica inspirada libremente en la vida de dos hermanas, las gemelas Diane y Audrey Pleynet, con una pasión por el piano profundamente arraigada en sus corazones. La puntuación debería haber sido perfecta, pero apareció una nota falsa en esta trayectoria bien definida. Una enfermedad tan huérfana que ni siquiera nos hemos molestado en ponerle nombre. Simplemente sabemos que corroe los huesos y debilita músculos y ligamentos.
Fue Diane quien empezó a sentir los primeros síntomas en 1992. Dolores intensos en las muñecas, que se extendieron hasta los codos y hasta los hombros. Audrey será golpeada unos meses después. Tenían 15 años y soñaban con tener una carrera internacional como pianistas. Tenían el talento.
Pero el sueño no se derrumbó por completo. Ambas hermanas son luchadoras. A pesar de su desventaja, participaron en concursos, obtuvieron premios e incluso fueron admitidos en la prestigiosa escuela de música de la Universidad de Karlsuhe. La enfermedad, sin embargo, progresa, y para Diane, “incluso presionar una tecla se había vuelto casi imposible”
Sin embargo, cuando en 2000 fueron invitados a tocar en vivo como parte del Teletón bajo la Torre Eiffel en París, no pudieron rechazar la oportunidad. Entonces, entrenaron. Seis meses de práctica intensiva para producir tres minutos de música. “Más allá de la reconstrucción física, también estuvo la reconstrucción artística” explica Diana. Porque teníamos que reinventar una forma de jugar. Distribuye las calificaciones según las capacidades de cada uno, e incluso imagina el peor de los casos. Una especie de “alfombra de seguridad” para que el espectáculo continúe, pase lo que pase.
Fue este trabajo el que hizo posible desarrollar su propio plan. “El juego que jugamos hoy es la antítesis de lo que se hace normalmente y de lo que hemos aprendido. Jugamos en tres dimensiones. Es decir que no producimos un sonido en un momento determinado, sino de forma escalonada. Lo anticipamos con la amplitud del gesto, más o menos rápido, más o menos intenso.” especifica Diana.
Con el paso de los años, los gemelos perfeccionaron su técnica a cuatro manos, perfectamente complementaria. “Pero también tuvimos que lamentar la pérdida de toda la enciclopedia musical que teníamos a nuestro alcance.“, añade. Algunas obras ya no eran posibles. Por eso, diseñaron arreglos, compusieron sus propias piezas. Aún hoy ofrecen recitales a cuatro manos. Y sueñan con grabar un álbum.
Pero el mundo de la música no siempre es amable: la situación de Diane y Audray Pleynet es atípica y los productores no tienen prisa. Los conciertos son raros, porque las salas con dos pianos suelen ser demasiado caras y la organización demasiado restrictiva. “Sin embargo, cuando actuamos, la respuesta del público es excelente. Todos estos elogios significan mucho para nosotros, pero en el fondo estamos destrozados. Cuando se apaga la luz, nos encontramos con el estancamiento de una integración profesional casi imposible, a pesar de todos los sacrificios.
¿La película traerá una nueva dinámica? “Nos gustaría creerlo, pero hemos experimentado tanta desilusión que ahora tenemos miedo de alegrarnos demasiado. nos protegemos“. La vida real no siempre parece una película bonita. Pero Diane y Audrey Pleynet son una prueba de que podemos ser frágiles y extremadamente fuertes.