lo esencial
Jean-Paul Copetti nos ofrece un thriller que nos sumerge en un entorno violento, inquietante pero realista.
En Lasserre, un pequeño rincón tranquilo de Couserans donde el ruido más violento es el de una gallina ponedora, un antiguo comandante del legendario “36 quai des Orfèvres”, Jean-Paul Copetti, se ha reconvertido a una profesión igualmente exigente: la de escritor de novela negra.
Con su última novela, “La casa de sangre y lágrimas”, nos invita a un baile macabro y procedimental, donde cada página rezuma el frío olor de las escenas del crimen. “Cuando escribo, revivo cada escena como si estuviera allí”, admite con una sonrisa. Este octavo thriller, inspirado en un doble asesinato muy real, huye de los tradicionales clichés del género: el omnipresente cadáver envuelto en plástico o el mal whisky solitario en el fondo de una oficina llena de humo.
Nos adentra en lo más profundo de la brigada criminal, esa guarida donde se pierde el alma de los policías en cada caso. “Quería mostrar la realidad sobre el terreno”, explica, como si el lector pudiera olvidar que este “campo” a menudo rima con hemoglobina y tediosos interrogatorios, lecturas de ADN e informes aburridos en oficinas anónimas e iluminadas artificialmente.
El ex policía no parece espectacular. Aquí no hay persecuciones hollywoodienses ni explosiones gratuitas, sólo la frialdad clínica del método científico, donde cada pieza de evidencia es una confesión, donde cada error puede conducir a un nuevo cadáver en un ataúd suelto.
“La Casa de la Sangre y las Lágrimas”, título tomado de un periodista que tuvo la relevancia de describir la brigada criminal en tres sentidas palabras, desarrolla una investigación con precisión quirúrgica. ¡Pero ten cuidado! Copetti salpica sus líneas de humor negro, sostenido por un estilo desenfadado, seco como un disparo de fusil calibre 22, disparado a quemarropa.
Como una cacería bien elaborada, no podemos escapar al suspenso, a la astucia de este libro, conducido como un interrogatorio impecable. Su héroe recurrente, el comandante Clément Chevalier, no es un superpolicía. Sin capa, sin artilugios, una mirada humanista, nunca desilusionada a pesar de las ondas del alma lo suficientemente profundas como para ocultar sus grietas, sus secretos.
Fiel a su estilo, Jean-Paul Copetti explora los misterios humanos y la sordidez de nuestra sociedad. “La casa de sangre y lágrimas”, publicada por Editions Regards, ahora se encuentra en los estantes de las librerías. Un consejo: cómprelo antes de que se seque el caldo.