Con “Gladiator II”, estrenada en cines este miércoles, Ridley Scott regresa al épico peplum. El gran espectáculo está asegurado y el director se complace visiblemente en hacerlo con inteligencia, al tiempo que presenta caras nuevas en la gran pantalla… en paisajes marroquíes.
Roma, Roma, Roma… La Ciudad Eterna sigue inspirando sueños. Es cierto que el derecho romano es la base del derecho europeo y ahora del derecho internacional. No es menos cierto que las “potencias” de los siglos XIX, XX y XXI todavía se consideran una “Nueva Roma”, tanto en Moscú como en Washington. Francis Ford Coppola estrenó el pasado mes de septiembre su “Megalópolis”, una fábula teatral de una especie de Nueva York llamada “Nueva Roma”, en referencia a los “Padres Fundadores” de Estados Unidos.
El estadounidense Coppola y el británico Ridley Scott tendrán este año el privilegio de habernos servido citas de Virgilio, Marco Aurelio y otros Cicerones. De hecho, en estos tiempos turbulentos a nivel mundial, estos dos artistas tal vez no se equivoquen al volver a los clásicos, ya preocupados por sus democracias durante la Antigüedad.
Una mezcla imperial de poblaciones
En Marruecos se rodó “Gladiator II”, cuyos paisajes, esta vez, toman el protagonismo de los de Numidia. Bien visto. (Es ciertamente una coincidencia que los patios de las villas romanas se parezcan a los de los riads, ¿no?) El líder de la ciudad atacada por los romanos, desde las primeras imágenes, se llama Yugurta. Los “bárbaros” son civilizados, pues construyen sólidamente y celebran los vínculos del matrimonio.
Obviamente sería un poco corto para una tesis doctoral, pero Ridley Scot hace cine de entretenimiento. Aquí vuelve a conectar con su gran talento, particularmente para las impresionantes escenas de batallas, navales o en la arena, incluso navales en la arena, sin consideración de realismo en este caso. Pero si no buscamos demasiada verdad histórica, hay un esfuerzo que debe ser bienvenido: por una vez, la capital de un Imperio que reina en todo el Mediterráneo está representada por la diversidad de sus habitantes.
Roma, históricamente, fue una encrucijada y un lugar de mezcla de poblaciones, como todas las capitales de los grandes imperios, después de todo. Esto apareció muy raramente en los peplums de la década de 1950, demasiado ansiosos por glorificar a una América “blanca”, que sin embargo se pensaba precisamente una “Nueva Roma”.
Fábula política escocesa
Otro rasgo divertido del escenario, el argumento sugiere rápidamente que, tal vez, en las bodegas de los barcos prisioneros y en los bastidores del Coliseo, podría esconderse la salvación y la renovación del “sueño de Roma”, en el que sería gobernada por leyes más justas, para todos los hombres libres. Esta posible salvación, por tanto, vendría del sur del Mediterráneo.
Denzel Washington es absolutamente notable como lanista, dueño de mercenarios, desempeñando su papel en los pasillos y guaridas de una potencia imperial claramente en decadencia. Si este ascenso meteórico es muy irreal, para lo que era la sociedad romana, es sin embargo una de las fuerzas impulsoras de la película.
Su verdadera violencia reside sin duda en la de las relaciones políticas así descritas. Esta frialdad es mucho más terrible que los espectáculos grotescos y sangrientos de la arena del Coliseo. Ridley Scott ya había impresionado con su “Robin Hood”, filmada y estrenada durante la guerra de Irak. Robin, interpretado por Russell Crowe, le dijo al rey Ricardo, al regresar de las Cruzadas, que los “sarracenos” los habían visto como hombres “impíos” durante la masacre de cientos de inocentes. En la siguiente toma, literalmente lo ridiculizan por esto.
Casting femenino impecable
Película de acción, melodrama familiar y thriller político, “Gladiator II” es una buena cosecha de Ridley Scott. El casting es evidentemente impecable. Scott sigue siendo el director que convirtió a Sigourney Weaver en la primera mujer en las estrellas capaz de resistir a los monstruos del más allá del espacio que siempre escapan a los intentos del complejo militar-industrial de domesticarlos. Los personajes femeninos de este segundo “Gladiador” se han ampliado respecto al primero.
Yuval Gonen interpreta a Arishat, la esposa de Hanno, el buenísimo Paul Mescal. Arishat es una excelente luchadora y arquera, lo que la distingue un poco del ectoplasma que sirvió de pretexto para la venganza de Maximus en “Gladiator” número 1. Más desarrollado, el personaje de Lucilla, todavía interpretado por Connie Nielsen, está en primer plano. Si bien acaba en los cánones de la “damisela en apuros”, aunque sea madre, esta Lucila no deja de tener un carácter aristócrata y desempeña su papel político ante los senadores.
¿Una nueva generación masculina?
La vertiente masculina es más extensa, pero el género lo exige un poco. Pedro Pascal en general Acacius juega un papel mucho más expresivo que el que tuvo en la serie “The Mandalorian”. Es feliz. La periodista Zoe Williams, en “The Guardian” del 19 de noviembre, se alegra al señalar que entre 2000 y 2024, algunos cambios en los hombres del siglo XXI se reflejan en la pantalla de los dos peplums. Russell Crowe, el gladiador del año 2000, proyectó toda la película con la cara cerrada. Sólo sonrió una vez.
“Sólo hay dos chistes en 155 minutos”, mientras que el guión aporta ingenio a Hanno, el personaje de Paul Mescal. “Incluso cuando no habla, su expresión sugiere que simplemente se le ocurrió algo gracioso y te lo contará más tarde. No es taciturno. Cita a Virgilio.
Sin embargo, Williams se hace pocas ilusiones y recuerda que “la idea hollywoodiense del ideal masculino oscila, como un péndulo, de lo urbano a lo preverbal, del hombre de ciudad al cavernícola, de Cary Grant a Marlon Brando, de George Clooney a Russell Crowe”. Sin embargo, no rehuye el placer de ver al joven Paul Mescal conquistar su lugar en la gran pantalla. La única crítica posible a esta película (dado que una película de acción no es un libro de historia y que éste se desempeña bastante bien en el equilibrio entre realismo y magia del cine) es la representación caricaturesca de los dos hermanos emperadores. Su firma es la estupidez.
En el primer “Gladiator”, el guión le dio a Joaquin Phoenix la libertad de sacar a la luz, brillantemente, la humanidad del monstruoso Cómodo. Este no es el caso de los personajes de Geta y Caracalla. Probablemente no puedas tenerlo todo, todo el tiempo, ni siquiera en el cine. Lo mismo con Ridley Scott.
Murtada Calamy / Inspiraciones ECO