“Internet, la trampa del clic”: entre cookies y algoritmos sociópatas, una inmersión en el corazón de la máquina infernal de la web

“Internet, la trampa del clic”: entre cookies y algoritmos sociópatas, una inmersión en el corazón de la máquina infernal de la web
“Internet, la trampa del clic”: entre cookies y algoritmos sociópatas, una inmersión en el corazón de la máquina infernal de la web
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Publicidad, dinero y odio, en línea y en el mundo real: estos son los beneficios inesperados de la Internet moderna, lejos de las promesas hechas por los inventores de este nuevo medio hace tres décadas. Ellos, al igual que los viajeros de la Web, han sido desposeídos de lo que podría haber sido un bien común, pervertidos por los anunciantes para poner “la humanidad bajo influencia”señala el documental de Peter Porta.

Todo empieza con esta bonita palabra, “cookies”, que esconde la recopilación de datos más masiva de la historia. El proceso es casi instantáneo: cada vez que abres un correo electrónico o una aplicación, cada vez que visitas un sitio, “corredores de datos”una de estas nuevas profesiones que aparecieron con el auge de “la economía de la atención”se relacionan con identidad étnica, género, religión, orientación sexual, estado civil, lugares favoritos, gustos culinarios, etc.

“Nadie sabe exactamente qué está pasando allí”.

Esta información aterriza en un “mercado abierto a subastas en tiempo real” donde los anunciantes pueden “comprar la atención de un usuario” haciendo una oferta. Su objetivo: adaptar la publicidad a cada consumidor. ¿Hiciste clic en este anuncio de detergente para ropa? Sin duda una lavadora nueva te tentará…

El sistema, inspirado en Wall Street (muchos de cuyos empleados se han reciclado en la industria digital), se basa en el comercio de alta frecuencia. Cada dato se procesa a la velocidad del rayo. “Es tan opaco y confuso que nadie, ni siquiera los que trabajan en publicidad, sabe exactamente lo que está pasando”.suspira el periodista de investigación Craig Silverman. Ni siquiera los anunciantes tienen control sobre nada y sus anuncios terminan sin su conocimiento en sitios de conspiración, que promueven el terrorismo o el odio.

El sitio de extrema derecha Breitbart, que apoyó la primera elección de Donald Trump, es el ejemplo perfecto: en 2016 recibió varios millones de dólares en publicidad colocada por Google, sin el consentimiento de los anunciantes, antes de que la ONG Sleeping Giants descarrilara el operación comercial advirtiendo las marcas.

No importa, el negocio continuará, porque “el algoritmo es sociópata”explica un experto. A menos que lo cortocircuites: “La competencia de Facebook no es Twitter, afirma el fundador del CCDH (Centro para la lucha contra el odio digital), Imran Ahmed. Es pasar tiempo con tus hijos, tu esposa…”

Internet, la trampa del clicArte, 22:45 horas.

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