Cuatro años en una clase Pâquis, cámara en mano, ese es el desafío de Séverine Barde. El resultado es una película inmersiva y sin filtros que muestra la realidad de los primeros años escolares.
“Un capullo interesante para observar los primeros pasos”, así percibe la directora ginebrina Séverine Barde esta aula de Pâquis donde instaló su cámara durante cuatro años. La película, que se proyecta desde el 6 de noviembre en el cine Nord-Sud y en Scala, recorre estos momentos tan queridos por cada niño y que, de una forma u otra, resuenan en cada adulto.
En este proyecto, Séverine Barde dice que intentó detectar “esos momentos en los que crecemos”. Para ella, la película se construyó “sobre detalles que nos pertenecen a todos. Es la primera vez que como pequeños seres humanos nos encontramos sin nuestros padres, entre nosotros, con toda esta dificultad de entrar en esta minisociedad y aprender”, describe el director.
Una vida cotidiana que dura varios años, una inmersión total, pero que no parece un reality show. “Rápidamente nos convertimos en parte de la clase, del mobiliario”, explica Séverine Barde. Según el director, la interpretación en bruto, de poco menos de dos horas, puede ser vista por todos porque “nos quedamos con el corazón de este niño” sea cual sea la situación.