Con “Trois Amies”, Emmanuel Mouret se sumerge en una exploración sutil de las relaciones humanas, tejiendo vínculos entre la amistad, el amor y las cuestiones internas. El director comparte su visión profunda y matizada sobre estos temas universales, evitando los estereotipos a menudo asociados con los romances cinematográficos. Él era mi invitado.
“¿Que es el amor?” Esta pregunta aparentemente simple toma un giro complejo en “Trois Amies”. La película sigue la vida de tres mujeres interpretadas por Camille Cottin, Sara Forestier e India Hair, cada una de las cuales explora diferentes facetas del apego y el deseo. Para una, estar con alguien no significa necesariamente estar enamorada, mientras que para otra, el amor es una carga de la que prefiere prescindir, refugiándose en una relación estable y sin pasión. “Los personajes están atrapados en este conflicto: ¿respeto mis compromisos o respeto lo que siento?” explica el director.
La fuerza de “Trois Amies” reside en su enfoque sobrio e íntimo del amor y la amistad. Los personajes no están ni idealizados ni condenados. Aparecen con sus dudas, sus contradicciones y ese constante tira y afloja entre razón y emoción. “Mis personajes son personas que intentan ser buenas, respetar las reglas”, describe Mouret, “pero al mismo tiempo se dejan guiar por sus sentimientos y deseos, lo que crea un conflicto interno”. Añade que la estructura de la película se inspira en la de un thriller, donde los personajes se encuentran, como gánsteres, divididos entre la lealtad y las emociones.
Un aspecto destacable de esta película es su sutil humor, gracias en particular a Grégoire Ludig de Palmashow, cuyo papel aporta un toque de ligereza sin caer en la caricatura. “Quería trabajar con actores que provocaran empatía”, confiesa Mouret. Esta mezcla de seriedad y ligereza nos permite abordar las relaciones de forma realista, sin caer en los clichés del drama romántico o las lágrimas bajo la lluvia.
Emmanuel Mouret, que coescribió esta película con Carmen Leroy, explica también su elección de centrarse en personajes femeninos, lo que le permite, según él, “evitar un cierto pudor” y acercarse a la esencia de las relaciones íntimas. “Trois Amies” se convierte así en un espejo de las dudas y preguntas que nos habitan a cada uno de nosotros, hombres o mujeres.
La película se inscribe en esta tradición de obras que, como señala Mouret, invitan al espectador a plantear preguntas sin imponer respuestas, alejadas de los juicios que transmiten otros medios. “El cine es donde llegamos a dudar juntos”, concluye, evocando la experiencia colectiva del cuarto oscuro, un lugar donde cada uno puede encontrar su propia definición del amor.
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