Fotógrafo asesinado en República Centroafricana deja un legado duradero

Fotógrafo asesinado en República Centroafricana deja un legado duradero
Fotógrafo asesinado en República Centroafricana deja un legado duradero
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Esta semana se cumplió el décimo aniversario de la muerte de Camille Lepage, una fotoperiodista francesa que fue asesinada mientras trabajaba en el oeste de la República Centroafricana. Era una verdadera amiga de un país que todavía necesita con urgencia testigos de los abusos cometidos allí. Camila tenía 26 años.

Unos meses antes de su llegada a la República Centroafricana en 2013, una alianza de grupos rebeldes, la Séléka, tomó el control de Bangui, la capital. Esta alianza ya se había apoderado de la mayoría de las provincias del país y sus combatientes participaban en actos generalizados de violencia contra la población civil en todo el país. Camille llegó ese mismo año, cuando las milicias cristianas y animistas, llamadas antibalaka, comenzaron a organizar contraataques contra Seleka. Este grupo atacaba con frecuencia a civiles musulmanes, asociándolos con la Séléka. A medida que la situación humanitaria se deterioró rápidamente, cientos de miles de personas huyeron del país como refugiados, mientras que otras se convirtieron en desplazadas internas.

Mientras la gente huía, Camille tomó el camino opuesto. Usó su cámara para contar las historias de los que quedaron atrás. Comprendió que se trataba de una crisis olvidada y que tenía una manera de ayudar.

Las fotografías que tomó Camille siguen estando entre las más impactantes que ilustran el costo humano del conflicto en aquellos primeros años. Puso rostro a los nombres de las víctimas y supervivientes, capturando en una imagen el miedo antes de la batalla, el dolor de perder a un ser querido y la injusticia de los crímenes de guerra. Recuerdo haberla acompañado a una manifestación donde los participantes exigían justicia para un juez que había sido asesinado. Diez años después, las fotografías que tomó ese día siguen constituyendo un fuerte testimonio de la determinación de los centroafricanos de exigir justicia y rendición de cuentas.

Desde el asesinato de Camille, la República Centroafricana sigue siendo uno de los lugares más peligrosos del mundo para los trabajadores humanitarios. La impunidad alimenta la comisión de abusos; Ha habido muy pocos esfuerzos para hacer que los autores de crímenes de guerra cometidos en el país rindan cuentas. El caso de Camille es emblemático en este sentido, ya que ha habido muy pocos avances en los intentos de llevar a sus asesinos ante la justicia.

Después de su muerte se publicó un libro que recopila fotografías tomadas por Camille. Su título, “ República Centroafricana: estamos juntos », representa tanto los vínculos de Camille con el país como una frase que usaba con frecuencia en sango, el idioma local. Diez años después de su muerte, Camille sigue vinculada a este país y su legado sigue muy vivo.

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