Franquin, este genio del cómic

Franquin, este genio del cómic
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Franquin es a la vez guionista y diseñador, un hombre completo con un extraordinario espíritu creativo que habrá marcado la historia belga del cómic de posguerra; inventor de personajes tan improbables como Spirou, Fantasio, Modeste, Pompon, el indescriptible Gaston Lagaffe, el sorprendente Marsupilami o incluso autor de “Idées noirs” publicadas en el suplemento de la revista de Spirou, “le Trombone Illustrated”.

Durante su juventud en Etterbeek, desarrolló sus primeros talentos dibujando escenas y creando caricaturas de quienes lo rodeaban. En la universidad dibujaba un poco durante las clases, pero de todos modos quería ser diseñador, para desesperación de su padre, que lo imaginaba como un ingeniero agrónomo.

Después de un año de clases de dibujo en la escuela Saint-Luc de Saint-Gilles, se incorporó a la CBA en 1944 como animador de dibujos animados en la CBA, Compagnie Belge d’Actualités, un estudio de animación belga creado por Paul Nagant. Durante estos años conoció a Peyo, el creador de los Pitufos, y a Morris, el padre de Lucky Luke. Fue este último quien le presentó a Jijé, diseñador de Spirou. En 1946, Jijé le otorgó el personaje, emblema del semanario del mismo nombre tras un exitoso ensayo en el Almanaque de 1947.

Perezoso por naturaleza, crea su doble y lo convierte en un antihéroe muy singular del cómic, Gaston Lagaffe, un personaje desempleado, un bromista que deambula por las páginas del periódico de Spirou que aparece en primera plana el 28 de febrero de 1957. y cuyos gags se publicarán todas las semanas hasta junio de 1991.

Gaston, el desatino que sabe cometer errores, deambula por las oficinas del periódico, sembrando el desorden y perturbando el buen funcionamiento de la redacción, saboteando la realización de los famosos contratos del señor De Mesmaeker. Gastón que inventa instrumentos musicales, que cría un ratón y una gaviota en la redacción, que comete estupideces tras estupideces pero que hace reír, que relaja y que aporta buen humor, que pronto abandonará su pajarita y sus zapatos de charol para ponerse Alpargatas y un gran jersey verde de cuello alto.

El genio de Franquin se expresa en la firma adaptada debajo de cada tablero de aventuras, una firma animada en correlación con el tema del gag.

En 1974, será el primer ganador del Festival del Cómic de Angulema, volviendo a dibujar a Gaston en . En 1987, se produce el regreso sonoro de Marsupilami. En 1992, Franquin vendió los derechos de gran parte de su obra a Marsu Productions, incluidos Gaston, sus monstruos e Idées noirs. Sin embargo, no dejó de trabajar desde que se encontró en el punto de mira en 1996, con motivo de la edición del álbum n°15 de Gaston.

Lo que más llama la atención de Franquin es la infinita complejidad de sus dibujos. A lo largo de la lectura y la relectura, descubrimos multitud de detalles que se escapan a primera vista: el autor ha seguido añadiendo “gags dentro de gags”, según su expresión. El lector puede perfectamente leer sus historias sin parar -el ritmo de la narración, el suspense y el humor omnipresente son suficientes por sí solos- pero, si nos tomamos el tiempo de detenernos, descubriremos una serie de “mensajes” escritos como filigranas en sus láminas, algunas de ellas casi subliminales, que nos llevan detrás de escena de la obra… ”, Bob García resume la vida de André Franquin en la introducción a su muy informativa obra biográfica publicada por Éditions du Rocher.

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