El jueves 14 de noviembre de 2024, la Salle des Forges, en Bourbriac, acogió la Velada de Excelencia Artesanal Costarricense, organizada con el objetivo de promover la artesanía, el aprendizaje y la transferencia empresarial. La oportunidad de honrar a los artesanos, maestros, aprendices y compradores de empresas del departamento.
Entre los premiados se encuentran dos jóvenes de Guingamp, Rose Belhache y Jessy Lenestour. Un orgullo para la primera porque, dice, “fui la única aprendiz del CAP, todas las demás están al menos en Bachillerato profesional. Trabajé para llegar ahí, obtuve mi CAP de panadería con muy buenos honores”. A los 18 años, la Guingampaise continuó sus estudios con un segundo CAP, esta vez en pastelería, en el CFA de Ploufragan. A razón de dos semanas de clase seguidas de dos semanas de trabajo, en la panadería Julian, en Grâces.
“Básicamente quería ser peluquera”
“Trabajo de 5 a 12 horas”, explica Rose Belhache. Aunque madrugamos, tenemos nuestras tardes. Mi maestro, Julian Bigeault, me hizo amar esta profesión, después de un curso de iniciación en tercer grado, con él. Básicamente quería ser peluquera. Es seguro que si no te gusta este trabajo, no puedes continuar”. ¿Pastelero o panadero? El joven aprendiz ya lo tiene claro: “Tengo preferencia por la repostería porque puedes crear cosas nuevas, mezclar más texturas y sabores”.
Mi maestro me hizo amar esta profesión, después de un curso de iniciación en tercer grado, con él. Básicamente quería ser peluquera.
El año que viene, con su segundo PAC en sus manos, tiene previsto continuar su formación con un título adicional en pastelería y luego con un título técnico de comercio (BTM). Después ? “Me veo empezando como empleado y luego sueño con abrir una pastelería o un salón de té. ¿Y por qué no las dos cosas al mismo tiempo? Pero no hay panadería. El panadero-pastelero es demasiado restrictivo y requiere demasiado personal para gestionarlo”.
“Me encantaba ver a mi padre jugueteando con los coches”
Jessy Lenestour se ha volcado en la reparación de automóviles. Una pasión que siente desde pequeño, cuando “veía a su padre jugueteando con los coches”. Unas prácticas en tercer grado finalmente lo convencieron. Aunque antes tomó algunos caminos alternativos, entre ellos una formación en calderería, que no le gustó. Unas prácticas en la empresa Bodemer, el concesionario Renault, con sede en Ploumagoar, se ampliaron con un contrato de verano y ahora con una formación de aprendizaje, con cursos en el CFA de Ploufragan.
“Estoy en segundo año de BTS, después de haber obtenido el CAP y luego el bachillerato profesional me gusta el trabajo de mecánico. Trabajo en reparaciones mayores. El título de técnico superior me puede abrir muchas puertas, puedo convertirme en experto en automóviles o, con experiencia, en jefe de taller”. A sus 25 años, el guingampais sabe que ha encontrado su camino: “Me llevó tiempo, pero llegué a donde quería”.
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