En un gesto de rara humildad, Juraj Slafkovský decidió dirigirse directamente a los aficionados de los Montreal Canadiens a través de una carta abierta publicada en el sitio web de la NHL.
Transparente e introspectivo, el joven delantero eslovaco no se escuda en excusas fáciles. Reconoció sus errores, expresó sus frustraciones y se disculpó públicamente con su entrenador, Martin St-Louis, mientras compartía una visión sincera de sus desafíos personales, tanto dentro como fuera del hielo.
Desde las primeras palabras, Slafkovský admite que su inicio de temporada no cumple con sus propias expectativas:
“Honestamente, no estoy contento con mi partida. Estamos llegando al cuarto de temporada. Sé que puedo ofrecer más. »
Habla de su tendencia a presionarse demasiado, una trampa en la que cayó a pesar de un verano productivo y grandes expectativas para esta temporada.
Slafkovský admite que a veces intentó hacer demasiado, esforzándose por alcanzar la perfección en lugar de confiar en las jugadas simples y efectivas que lo hicieron exitoso en el pasado.
“Hay partidos en los que siento que quiero hacerlo todo sobre el hielo. Pero no me ayudo. »
A pesar de un mejor comienzo de temporada que el año pasado a nivel estadístico – 11 puntos en 16 partidos frente a sólo 2 en el mismo periodo el año pasado – admite que aspira a más: más goles, más impacto y sobre todo, una remontada. a la confianza que era su fuerza.
Habla sobre su compleja relación con Martin St-Louis y admite que aprendió una buena lección.
Slafkovský no se contuvo y abordó el incidente contra Columbus, donde St. Louis lo envió a la banca después de turnos decepcionantes y un visible estallido de frustración cuando rompió su bastón en la banca. Con humildad escribe:
“Cuando volví al banquillo en el segundo tiempo, me rompí el palo al volver para variar. Estaba enojado conmigo mismo.
Cuando un entrenador nota que un jugador rompe el palo y no gestiona bien sus propias emociones, no le queda más remedio que reaccionar. »
Slafkovský reconoce que St. Louis hizo bien en sacarlo temporalmente del juego, aunque enfatiza que aprendió la lección. Estaba extremadamente enfadado, su enfado se apoderó de él, pero quiso disculparse públicamente con su entrenador.
Slafkovský reveló detalles sobre su relación con Martin St-Louis, a quien describe como un mentor exigente pero comprensivo.
Tras el incidente contra Columbus, St. Louis esperó hasta el día siguiente para hablar con él. Durante esta conversación,
St-Louis le explicó que veía demasiada frustración en su juego y añadió que necesitaba encontrar al jugador que fue en los últimos meses de la temporada anterior.
“Marty me explicó que vio mi frustración y sintió que me estaba presionando innecesariamente. »
Slafkovský también admitió que, a pesar de su terquedad ocasional, respeta profundamente las enseñanzas de su entrenador y reconoce que a menudo tiene razón.
El joven jugador insiste en la importancia de mover los pies, una sencillez que parece redescubrir:
“Tengo que mover los pies. Puede parecer sencillo, pero realmente lo es. »
También comparte momentos de reflexión en los que escucha literalmente la voz de St-Louis en su cabeza, testimonio elocuente de la influencia de su entrenador:
“Cuando olvido todas las voces y me concentro sólo en las enseñanzas y palabras de Marty, vuelvo a ser el jugador que quiero ser. »
Más allá del hielo, Slafkovský encontró un momento de respiro gracias a la visita de su madre a Montreal. Este vínculo familiar permitió al joven jugador reencontrarse con sus raíces, a través de comidas tradicionales y momentos sencillos que, según él, le recuerdan a Eslovaquia.
Su madre, sin embargo, no deja de recordarle sus responsabilidades:
“A veces recibo mensajes de texto de mi mamá (Gabriela) pidiéndome que haga más tomas. Ella todavía lo hace incluso a mi edad. ¡Le aconsejé que me hablara de otros temas además del hockey! »
En su carta, Slafkovský expresa su deseo de volver a ser el jugador que los aficionados esperan ver en el hielo. No se escuda en excusas, sino que asume plenamente sus responsabilidades:
“No voy a marcar cuatro goles cada noche, pero tengo que ser eficiente y encontrar formas de ayudar a mi equipo. »
Con una mezcla de pura honestidad y determinación, concluye prometiendo trabajar sobre sí mismo, simplificar su juego y explotar mejor sus fortalezas físicas.
Su mensaje es claro: todavía no está a la altura de sus ambiciones, pero hará todo lo posible para lograrlo.
En una ciudad como Montreal, donde la presión sobre los jugadores jóvenes es inmensa, esta carta muestra un lado raro y conmovedor de Juraj Slafkovský.
Se revela no como una estrella en ascenso, sino como un joven consciente de sus desafíos, reconociendo sus errores y decidido a evolucionar.
Este grito del corazón es un poderoso recordatorio de que detrás de cada jugador hay una persona con sus luchas, sus dudas y sus esperanzas.
Para los fans canadienses, esta carta es una invitación a seguir creyendo en Juraj Slafkovský, no sólo por lo que ya es, sino por lo que aspira a ser.
Una cosa es segura: ha hecho las paces con su entrenador.