Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad, culpó a los musulmanes y pidió duras sanciones, incluida la retirada de la nacionalidad a las personas con doble nacionalidad. “Nos hemos convertido en la Gaza de Europa. Vimos a musulmanes persiguiendo a judíos en las calles de Amsterdam”, dijo, exigiendo una lucha despiadada contra el antisemitismo.
Esta posición provocó fuertes reacciones dentro de la clase política holandesa. Frans Timmermans, figura del Partido Socialdemócrata, acusó a Wilders de “avivar las llamas del odio”, prefiriendo el camino del diálogo a la superioridad represiva. Si la clase política está de acuerdo en la necesidad de combatir el antisemitismo, persisten diferencias sobre los métodos a utilizar.
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El Primer Ministro, Dick Schoof, atribuye estos acontecimientos a un “problema de integración”, análisis fuertemente cuestionado por Sofyan Mbarki, concejal de origen marroquí. “Nuestra ciudad ha sido golpeada por una ola de violencia, racismo y antisemitismo”, lamentó, denunciando consignas que incitan al genocidio y ataques cometidos por partidarios israelíes. Mbarki recordó su ejemplar trayectoria personal y destacó su contribución a la sociedad de Ámsterdam. “Si el Primer Ministro ve esto como un problema de integración, entonces yo soy parte de ese problema”, bromeó.
El Observatorio de Vigilancia de los Derechos Musulmanes en los Países Bajos ha anunciado la preparación de un informe sobre el discurso de odio y las amenazas pronunciadas por partidarios israelíes. La organización también planea brindar asistencia legal a las víctimas y a los activistas pro palestinos. El objetivo es documentar los acontecimientos y contrarrestar las “narrativas falsas” que podrían alimentar la islamofobia.
Por último, la Federación de Asociaciones Marroquíes en los Países Bajos expresó su indignación por los actos antisemitas, reafirmando el apego de la comunidad marroquí a los valores de tolerancia y respeto mutuo.
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