Navarro, los dólares no lo son todo

Navarro, los dólares no lo son todo
Navarro,
      los
      dólares
      no
      lo
      son
      todo
-

En un país donde el rey dólar todo lo puede comprar, Emma Navarro quiere destacar que más que a la fortuna de su familia, su ascenso al más alto nivel, hasta la semifinal del US Open que jugará el jueves, se debe principalmente a su talento y a su trabajo.

Hasta hace poco, los Navarro eran más conocidos como el empresario Ben, director ejecutivo y fundador de Sherman Financial Group, propietario de Credit One Bank y del Torneo de Tenis de Charleston.

Pero desde el comienzo de la temporada, su hija Emma se ha hecho un nombre en las canchas de tenis y todo el país está aplaudiendo sus hazañas en Flushing Meadows, donde se enfrentará a la número 2 del mundo, Aryna Sabalenka, en un intento de alcanzar la final de un torneo de Grand Slam por primera vez a la edad de 23 años.

Entre el público, Ben es el primer apoyo de Emma, ​​que no ha dejado de darle las gracias efusivamente tras su clasificación para semifinales, ya su mejor resultado en un Grand Slam. Si bien nunca había pasado de dos rondas en un Grand Slam, este año alcanzó la tercera ronda en Australia, los octavos de final en Roland-Garros y los cuartos de final en Wimbledon: una progresión lineal que espera que sea exponencial en casa.

Pero el agradecimiento hacia su padre no llega a su cuenta bancaria.

– “Toneladas de horas” –

“Por supuesto, cuando era niña tuve acceso a ciertos recursos, pero no quiero que eso oculte el hecho de que trabajé muy, muy duro para llegar a este punto. Le dediqué muchísimas horas, desde que tenía nueve años hago ejercicio dos veces al día y levantamiento de pesas”, insiste.

Por otra parte, reconoce con alegría el inmenso apoyo moral de su familia y de su padre en particular.

“Mi padre siempre ha sido mi mayor apoyo. Nos enseñó a mis dos hermanos, a mi hermana y a mí muchas lecciones importantes, para el tenis y para la vida”, afirma el tenista que hace un año ocupaba el puesto 57 del mundo y que el lunes, tras el US Open, estará entre los 10 mejores.

En particular, Ben siempre la animó a probar suerte en el tenis, pero insistió en que continuara con sus estudios. Tanto es así que Emma pasó por el sistema universitario de tenis estadounidense en lugar de llegar directamente a una edad temprana y sin ningún antecedente en el circuito.

Una de las principales lecciones que deja Ben es la importancia del trabajo, él quien, proveniente de una familia de ocho hijos sin grandes recursos, empezó haciendo trabajos ocasionales, desde niño, y trabajó duro toda su vida hasta amasar una fortuna estimada en julio de 2024 en 1.500 millones de dólares por la revista Forbes.

– Buen gusto –

Lejos del bling bling típico de Flushing Meadows, a Emma Navarro le gusta el buen gusto por la sencillez, como su outfit sobrio y con clase en perfecto contraste con los coloridos y a veces disparatados outfits que lucen algunos de sus compañeros, ya estén trabajando o no.

Porque la joven nacida en Nueva York pero criada en Charleston es de naturaleza reservada y le gusta la sobriedad.

Ella misma se sorprende de la serenidad con la que vive su viaje en Flushing Meadows.

“Es una locura poder salir a Arthur Ashe Court y sentirme cómoda porque realmente no está en mi naturaleza estar en el centro de atención y tener la atención de tanta gente”, dijo.

Sin embargo, Emma tiene carácter y no se deja pisotear. Tras su derrota en octavos de final de los Juegos Olímpicos de París ante Qinwen Zheng, futura medallista de oro, Navarro tuvo una discusión en la red con la china.

“Le dije que no la respetaba como competidora”, explicó en París.

Mientras cosecha los beneficios de “un enfoque lento y metódico del tenis y (de su) progresión”, Emma Navarro aspira a su vez a una final, o incluso a un título, en el US Open, un año después del triunfo de su compatriota de carrera más meteórica, Coco Gauff.

ig/bde

-

PREV En un estado deplorable, el césped del Allianz Riviera finalmente será cambiado
NEXT Cyril Jonard vuelve a la cima del Olimpo veinte años después