el ciclista es más rápido que el conductor del coche

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¿Conoces el concepto de velocidad generalizada? Aplicándolo descubrimos que el ciclista es más rápido que el automovilista. El tiempo de viaje suele ser el argumento clave a la hora de elegir entre coche, transporte público o bicicleta. ¿Qué pasa si incluimos el coste oculto del viaje? ¿Un concepto muy moderno, en tu opinión? Imagínense que lo imaginó en los años 70 el filósofo Ivan Illich. Descifrando una idea que desafía los prejuicios sobre el ciclismo.

La paradoja de la velocidad del automóvil, la velocidad generalizada de Ivan Illich

Combine el tiempo de viaje y el tiempo necesario para financiar este viaje. Es un concepto llamado “tiempo de viaje generalizado”, popularizado por Ivan Illich. Este sacerdote alemán convertido en filósofo era un pensador ambientalista. No se anduvo con rodeos a la hora de criticar nuestra sociedad industrial.

Sin embargo, su concepto de velocidad generalizada “apenas ha sido abordado por la comunidad científica” como indica Frédéric Héran en Cairn.info, la plataforma de publicación científica. Rápidamente entendemos por qué, ya que fue en este momento cuando el sector del automóvil se convirtió en un importante motor económico para todas las sociedades de la era industrial.

El coche, “un monstruo que consume mucho tiempo”

Intentemos resumir a grandes rasgos el pensamiento de Ivan Illich. Los automovilistas suelen utilizar las autopistas para evitar los atascos. Pero esta estrategia tiene un coste: combustible, mantenimiento, peajes… Sin olvidar el tiempo de trabajo necesario para financiar todo ello. Aquí es donde radica la paradoja.

Al integrar el coste global, el tiempo “generalizado” del transporte en coche aumenta considerablemente. Este cálculo revela una realidad sorprendente: el automóvil, supuestamente rápido, puede convertirse en un “monstruo que consume mucho tiempo”, como lo llamó otro filósofo, Jean-Pierre Dupuy, en los años 1970. Una crítica que sigue siendo actual.

“El coche, símbolo de la modernidad, sigue seduciendo a pesar de sus inconsistencias económicas y medioambientales”

Sin embargo, desde la década de 1970 hasta hoy, este razonamiento permanece en gran medida ausente de los debates sobre movilidad. El automóvil, símbolo de la modernidad, sigue seduciendo a pesar de sus inconsistencias económicas y medioambientales.

Velocidad generalizada: la bicicleta, campeona económica y del tiempo

Velocidad generalizada: la bicicleta, campeona económica y del tiempoVelocidad generalizada: la bicicleta, campeona económica y del tiempo

El ciclismo, por otro lado, pone las ecuaciones patas arriba. Con un coste de uso irrisorio y una eficiencia formidable en los desplazamientos urbanos, brilla por su sencillez. No es necesario pagar para ir rápido y menos aún trabajar horas para financiar su viaje.

Evidentemente, el coste de una bicicleta de los años 70 ya no es realmente comparable al de nuestras bicicletas modernas, especialmente si son asistidas eléctricamente. Sin embargo, aunque los precios de nuestras costosas bicicletas han tendido a dispararse en los últimos años, su compra sigue siendo mucho más accesible si la comparamos con un coche moderno.

¿La bicicleta va más rápido que el coche? No, el ciclista va más rápido que el conductor del coche.

Resultado: en muchos trayectos entre casa y el trabajo, el ciclista va “más rápido” que el automovilista si consideramos el tiempo generalizado. “Esta velocidad, que hemos llamado “generalizada”, es de aproximadamente siete kilómetros por hora, un poco mayor, por tanto, que la velocidad de un caminante, pero sensiblemente menor que la de un ciclista.“, afirmó el ingeniero y filósofo Jean-Pierre Dupuy (contemporáneo de Illich).

El ciclista no necesita trabajar más para financiar su viaje

Pongamos un ejemplo concreto: un empleado urbano que recorre 5 kilómetros para llegar a su oficina. En coche, este viaje puede durar 10 minutos, pero a ello se suman los costes relacionados con el combustible, el aparcamiento, el mantenimiento y los posibles peajes. Estos gastos requieren tiempo de trabajo adicional para ser financiados; tiempo que debe incluirse en el cálculo global.

“Para el mismo trayecto, el tiempo general del viajero en bicicleta es a menudo menor que el del conductor de coche”

El ciclista, por su parte, suele realizar este mismo recorrido en entre 15 y 25 minutos, dependiendo de la infraestructura y de su ritmo. Con unos costes de uso casi nulos (a excepción del mantenimiento periódico de la bicicleta), el ciclista no necesita trabajar más para financiar su viaje. Resultado: para el mismo viaje, el tiempo total del viajero en bicicleta es a menudo menor que el del conductor de automóvil, especialmente en las zonas urbanas.

“Necesitas un coche para ir a trabajar
Estás trabajando para pagar el auto que acabas de comprar.
¿Ves este tipo de círculo vicioso?”

Orelsan, “La Tierra es redonda”

Por supuesto, esta diferencia es mucho más notable en los centros urbanos que en las zonas rurales. Una diferencia que se amplifica en los centros urbanos, donde la densidad del tráfico ralentiza a los coches, pero donde la bicicleta conserva su agilidad y regularidad. Sin las limitaciones de aparcamiento y costes adicionales, la bicicleta no es sólo una alternativa ecológica, sino una solución racional y eficaz para ahorrar tiempo a diario.

Ahorros a todos los niveles

Y eso no es todo: además de ahorrar tiempo, el ciclista cotidiano también ahorra dinero. Y puede marcar una diferencia significativa en su presupuesto. A diferencia del automovilista, que debe destinar una parte importante de sus ingresos a financiar su vehículo (combustible, seguros, mantenimiento, peajes, aparcamiento).

“El ciclista se beneficia de unos costes de transporte casi nulos”

De este modo, el ciclista se beneficia de unos costes de transporte casi nulos. Los pocos gastos relacionados con el mantenimiento de tu bicicleta o la compra de equipamiento (como luces o candado) se compensan en gran medida con el ahorro realizado. Este dinero ahorrado se puede reinvertir: ocio, vivienda, ahorro para futuros proyectos, etc. Al elegir una bicicleta, no sólo estamos haciendo una elección ecológica y práctica, sino también una elección económica que mejora directamente la calidad de vida.

Ciclismo, ¿un lujo al alcance de todos?

La bicicleta se percibe a menudo como el medio de transporte de los ejecutivos urbanos adinerados, esos famosos “bobos” que tendrían los medios para elegir una solución ideal. Una visión dogmática que dejaremos de lado para nuestra conclusión.

Si los ciclistas prefieren la bicicleta al coche, no es sólo una cuestión de coste. También buscan una experiencia diferente: sencillez, fluidez en el tráfico, ausencia del estrés relacionado con el aparcamiento, sensación de libertad que sólo la bicicleta puede ofrecer. Esta elección va más allá del simple aspecto económico, aunque el ahorro de tiempo y dinero sigue siendo un argumento sólido.

El coche: un coste fijo, pero su uso limitado reduce su coste variable

La realidad, sin embargo, tiene más matices. Si dejamos de lado los hogares que han decidido deshacerse por completo de su coche, todavía hay muchos ciclistas que también poseen un coche. Vehículo que se utiliza a menudo para viajes puntuales, como fines de semana o vacaciones.

Esto complica la ecuación económica: si el coche permanece aparcado la mayor parte del tiempo, su coste fijo (seguro, depreciación) sigue pesando sobre el presupuesto. Sin embargo, su uso limitado reduce su coste variable. El concepto de velocidad generalizada es un poco confuso. Pero la ecuación sigue siendo beneficiosa para el ciclista: cuanto menos usa su automóvil, más maximiza los beneficios económicos y temporales de su viaje en bicicleta.

Una elección racional y accesible

“la bicicleta no es un lujo reservado a una élite, simplemente una opción racional y accesible para quienes quieren reducir su dependencia del automóvil”

En definitiva, la bicicleta no es un lujo reservado a una élite, sino simplemente una opción racional y accesible para quienes quieren reducir su dependencia del automóvil. Ya sea usted un ejecutivo urbano, un estudiante o un trabajador, las ventajas de la bicicleta (económicas, temporales y medioambientales) hablan por sí solas. No es una cuestión de estatus social, sino de ganas de vivir tus viajes de otra manera.

Al fin y al cabo, el verdadero lujo es poder elegir la moto. Desde hace varios años estamos en una buena dinámica en cuanto a políticas de promoción de este modo de transporte. Desafortunadamente, las realidades económicas nos han alcanzado. Si, no obstante, la bicicleta sigue siendo una solución eficaz desde todos los puntos de vista (económico, ecológico, sanitario, etc.), el Gobierno y sus cálculos a corto plazo no van en la dirección correcta.

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