Un estudio para Le Point revela profundas divisiones en torno a las opciones de movilidad en Francia. Entre los automovilistas omnipresentes y los ciclistas que aún son minoría, las posiciones están ancladas; peor aún, se politizan y representan una Francia dividida en sus costumbres y opiniones.
El coche, todavía un pilar de la movilidad en Francia
El coche sigue siendo el elemento central de la vida cotidiana de la mayoría de los franceses: el 81% de los encuestados¹ afirma utilizarlo habitualmente y el 55% lo utiliza a diario. Esta elección trasciende generaciones, aunque aparezcan matices. Los jóvenes (de 18 a 24 años), las personas mayores (de más de 75 años) y los graduados de Bachillerato +5 son más propensos a preferir alternativas, a menudo la bicicleta o el transporte público, para sus viajes.
En cuanto a los habitantes de las grandes ciudades, también ellos limitan el uso del coche, estimulados por infraestructuras que facilitan el uso de la movilidad blanda. Cifras que nos recuerdan hasta qué punto el automóvil sigue anclado en la sociedad, aunque se estén produciendo pequeños cambios, especialmente entre los más jóvenes.
A pesar de estos signos de cambio, las mentalidades en torno al ciclismo todavía parecen vacilantes. Sólo el 18% de los encuestados afirma utilizar la bicicleta habitualmente. Estas modestas cifras muestran que, aunque la infraestructura ciclista está mejorando, la bicicleta todavía lucha por consolidarse como una alternativa diaria real para el público en general.
Bicicleta versus automóvil: una división política y generacional
Los resultados de la encuesta revelan una clara división ideológica. La percepción sobre la bicicleta difiere mucho según la afiliación política de los encuestados: el 62% de los votantes de Zemmour cree que ya hay demasiados ciclistas en las carreteras o que no deberíamos ver más, frente a sólo el 7% de los votantes de Jadot. Se observa una diferencia de la misma naturaleza en el juicio sobre el lugar del coche: el 79% de los encuestados situados “muy a la izquierda” consideran que hay demasiados coches en las carreteras, mientras que a la derecha, esta cifra desciende al 20%.
Una polarización que también se encuentra en las percepciones del comportamiento. Los ciclistas son considerados irrespetuosos por el 58% de los encuestados, especialmente entre los de derecha (77% entre los votantes de Zemmour). Pero los automovilistas no escapan a las críticas, percibidas como una falta de respeto por el 62% de los franceses. Estas diferencias ponen de relieve un creciente cisma en torno a los modos de viaje.
La convocatoria de medidas restrictivas para los vehículos grandes
Los vehículos grandes, como los 4×4 o los SUV, también dan lugar a animados debates. Según el estudio, el 52% de los franceses quiere que se prohíban en el centro de las ciudades. Una medida favorecida por el 80% de los votantes de izquierda y por el 65% de los residentes de las grandes metrópolis.
¿Bicicleta versus auto? Una oposición que no tiene razón de existir
Este tipo de encuestas siempre deben analizarse con cautela. Sin embargo, estas cifras ponen de relieve las expectativas cambiantes de determinados usuarios de la ciudad. Existe un cierto deseo de reducir el impacto del coche en favor de soluciones alternativas. Pero vemos que el automóvil todavía ocupa un lugar muy importante en la ideología de la movilidad cotidiana de los franceses.
Finalmente, podemos plantearnos la cuestión del interés del ángulo elegido para tal estudio. Esta división entre los pro-bicicletas y los pro-coches pone de relieve una oposición que, en última instancia, no tiene razón de existir. Todos somos, en un momento u otro, conductor, ciclista, peatón o incluso usuario del transporte público. La movilidad no puede reducirse a una elección binaria; es plural y evolutivo.
El coche no tiene por qué cubrir todas las necesidades de viaje.
“Se trata menos de renunciar al coche que de repensar su uso”
El coche tiene su sitio, por supuesto, pero no puede (ni debe) cubrir todas las necesidades de viaje, menos aún en un espacio limitado. Ante las cuestiones medioambientales y la redefinición del espacio urbano, se trata menos de renunciar al coche que de repensar su uso.
Debemos aumentar las opciones de transporte, logrando al mismo tiempo favorecer al mayor número de personas (transporte público) y a los modos particularmente activos (bicicleta, caminar). Es tanto una cuestión de espacio público como una cuestión económica, social y de salud. Una ciudad donde todos los usuarios conviven es una ciudad más tranquila, más habitable, donde todos encuentran su lugar con total seguridad y buena salud.
¹ Encuesta realizada por Cluster17 sobre una muestra representativa de 1.400 personas, del 20 al 22 de octubre de 2024, para el periódico Le Point.
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