En su explotación del dominio Encos, en Saint-Sulpice-sur-Lèze (Alto Garona), Anne-Paulhe Massol, de 51 años, es la única productora de setas en Francia que ha iniciado un cultivo a gran escala de setas sobre raíces de pino. En 2020, esta antigua ingeniera agrónoma creó su huerto de setas, lactaria, plantando 2.600 pinos micorrizados, es decir, donde el hongo crece en las raíces. Cada 4 m, los pinos albares, piñoneros y marítimos regalan en otoño, de octubre a noviembre según las condiciones meteorológicas, deliciosas lactaria de color naranja y sanguina de color rojo, que vende a particulares o que utiliza en sus recetas para los huéspedes alojados en la finca.
“Compramos esta antigua bodega en 2017 con mi marido porque queríamos vivir en el campo, luego la renovamos todo”, cuenta Anne-Paulhe Massol, que trabajó durante veinte años en la cooperativa agrícola Arterris. “Quería lanzar un cultivo innovador en esta tierra agrícola, lo pensé durante el confinamiento y decidí crear este huerto de setas de leche, sujeto a una patente del Inrae. Es una producción natural donde el hongo ha sido inoculado en las raíces por lo que cuanto más se desarrollan más hongos hay. »
Pionero de esta cultura en Francia, este cincuenta años también tiene un rebaño de 32 ovejas tarasconas que mantiene el huerto de pastoreo ecológico. Robusta y resistente, esta raza de ovejas es capaz de parir sola, lo que permite al gerente del negocio estar ocupado con otras actividades.
Durante todo el año, el rebaño mantiene el huerto y, en otoño, permanecen en el redil para no pisotear el famoso algodoncillo antes de la cosecha. “Compro el forraje de las explotaciones vecinas, es fundamental que todo sea local”, explica Anne-Paulhe Massol. “En mis habitaciones y mesas de invitados de lujo, las comidas están vinculadas a mi producción agrícola con setas, corderos y verduras de la huerta. También voy a crear un huerto este invierno. Todas mis actividades están vinculadas y producidas orgánicamente. »
Anne-Paulhe Massol, deseosa de presentar su producción a sus clientes, los invita a venir a recogerlos ellos mismos. El año pasado, en su primera cosecha, recogió 150 kg y este año casi 300. El algodoncillo se vende a 20 euros el kilo una vez recogido y a 29 euros el kilo ya recogido.