En medio de las dunas, el maravilloso Voorlinden se enriquece con dos torres Kiefer.

En medio de las dunas, el maravilloso Voorlinden se enriquece con dos torres Kiefer.
En medio de las dunas, el maravilloso Voorlinden se enriquece con dos torres Kiefer.
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Cada visita al Museo Voorlinden de La Haya renueva el placer del lugar, de la arquitectura, del arte. A sólo dos horas de Bruselas llegamos por encima de La Haya, en medio de las dunas de Wassenaar, cerca de la playa de Scheveningen. Desde 2016 podemos descubrir (y volver a ver) un museo de ensueño en un lugar de ensueño. El museo, diseñado por los arquitectos de Rotterdam Kraaijvanger, es de gran pureza y está enteramente al servicio de las obras. Está rodeado por un parque histórico de 40 hectáreas, plantado con varios árboles y salpicado de estanques donde retozan los patos.

El Museo Voorlinden, el maravilloso regalo de 2016

Acabamos de añadir en las dunas cercanas dos grandes torres de bloques de hormigón armado, obra de Anselm Kiefer con libras de plomo entre los bloques. Torres de “Jerico” (título de la obra), destruidas, que parecen amenazar con derrumbarse y se elevan hasta 18 m de altura. Se refieren a los textos de la Cabalá. Kiefer ve cierta belleza en las ruinas. Él explica : “Las ruinas, como los desastres o los derrumbes, son momentos en los que algo puede empezar de nuevo. En el universo, en cada momento, nace o muere una estrella. “

Alicja Kwade: Carrier (2024) frente al Museo Voorlinden ©Foto: DR

En el museo y en el gran jardín, hasta el 9 de junio, descubrimos una magnífica exposición de Alicja Kwade, artista residente en Berlín, nacida en Polonia en 1979, con instalaciones que desafían nuestras percepciones, a menudo con humor. Obras que crean dudas saludables sobre lo que creemos saber o entender.

La roca que gira

Sobre sillas de aspecto frágil (¡pero son de bronce!) o sobre estructuras delgadas, se colocan grandes rocas. En el museo coloca una roca que gira sobre sí misma en 24 horas en sentido contrario a la rotación de la Tierra, anulando el efecto de esta rotación. Es por tanto el único objeto que permanece inmóvil en el espacio.

Vista de la exposición de Alicja Kwade en el Museo Voorlinden (WeltenLinie, 2019) ©Foto: DR

Alicja Kwade cubre la pared con miles de hojas con todo su ADN escrito en ellas. Crea un laberinto de “enrolladores” pendulares. En una habitación, juega con nuestras percepciones: cuando creemos que podemos cruzar la habitación, de repente aparece un espejo. La mirada se bloquea o se atrapa alternativamente, todo depende del punto de vista. Cuanto más se pierde el visitante en este laberinto, más ve multiplicarse las perspectivas.

A partir del 29 de junio se ofrecerá otra exposición temporal dedicada al escultor hiperrealista Ron Mueck. El Voorlinden muestra en sus salas permanentes una de las obras favoritas del público: una pareja de ancianos sentados en la playa, bajo una sombrilla, reproducida al milímetro, con todos los pelos, el herpes labial y las arrugas. Excepto que su tamaño es desproporcionado y son tres veces más grandes que nosotros.

Se propone una segunda exposición (ésta abierta hasta el 19 de enero) titulada “Caminante de las nubes” que comienza con la actuación de Abraham Poincheval caminando sobre las nubes, ¡aferrado a un globo!

Abrahán. Poincheval: vídeo el hombre que caminaba sobre las nubes ©Aurélien Mole 2020

Numerosas obras de la colección del museo vuelven a abrumar nuestros sentidos, haciendo subir la espuma o sumergiéndonos en el “espejo infinito” del cielo estrellado de Yayoi Kusama. Hay obras de Ann Veronica Janssens y Michel François.

No te pierdas la gran exposición dedicada al pintor belga contemporáneo Michael Borremans a partir del 30 de noviembre.

Todavía podemos ver la videoinstalación sorprendentemente hermosa de Sam Taylor-Johnson, quien filmó en múltiples pantallas rodeando al espectador, la orquesta de la BBC interpretando una composición contemporánea pero sin los instrumentos: solo vemos sus gestos relacionados con la música.

El magnífico museo Voorlinden reabre para nuestro placer

En las salas permanentes encontramos “Open End” de Richard Serra, en acero corten, un gigantesco laberinto de acero de 216 toneladas. Al lado, el minúsculo ascensor de Maurizio Cattelan, de 30 cm de altura, pero que funciona como un auténtico ascensor con puertas correderas y luces. James Turell construyó allí uno de sus “espacios del cielo”, un espacio de pura meditación donde nos sentamos mirando por encima de nosotros el cielo y el paso de las nubes. Cinco grandes “piscinas” opalescentes de Roni Horn, cada una de las cuales pesa 4,5 toneladas, están ahí, mágicas. Es vidrio enfriado suavemente y mezclado con pigmentos raros que dan un luminoso color malva, verde o rosa. Parecen cuencos de agua. Maravilloso.

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