¿Por qué deberíamos releer “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas?

¿Por qué deberíamos releer “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas?
¿Por qué deberíamos releer “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas?
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Has notado ? Desde las elecciones europeas hemos resucitado a esta figura habitual de la literatura: el traidor. En este teatro que es nuestro pequeño mundo político, la traición ha seguido imponiéndose en todas partes, en la izquierda y en la derecha. A todos aquellos que se sienten traicionados y quisieran tomar represalias, sólo tenemos un consejo que darles: vuelvan a leer. El conde de Montecristoun auténtico manual para vengarse con garbo.

Si tienes el alma atormentada de un hombre destrozado por la perfidia humana y sientes los dolores de la injusticia como una herida abierta en el establecido Edmond Dantès, arrojado a un abismo de desesperación por las maquinaciones de aquellos a quienes creía sus amigos, recuerda esto: la curación puede Bueno, vendremos solo por venganza.

En las primeras páginas de la historia, Alexandre Dumas nos lleva a un mundo donde la inocencia es sacrificada en el altar de la ambición y los celos. Danglars, Fernand, Villefort, todos impulsados ​​por pasiones viles, tejen una red de intrigas en torno a Dantès, aprisionándolo en una red de calumnias. La traición no es sólo una maniobra sórdida, sino una verdadera empresa de destrucción. El escritor nos muestra que la venganza sólo puede nacer de la aguda conciencia de la injusticia sufrida, que para golpear con justicia es necesario primero comprender y evaluar en profundidad a los enemigos.

La primera lección que nos enseña este manual de venganza es que el sufrimiento hay que asumirlo, vivirlo en toda su intensidad. El arresto de Dantès, su injusto encarcelamiento en el castillo de If y la pérdida de todo lo que amaba no son simples pruebas, sino iniciaciones, pasos obligados. Es en este dolor donde se forja la determinación de Dantès, donde poco a poco va tomando forma el esquema de su respuesta. El lector, arrastrado por esta agitación, aprende que la venganza, para ser completa, debe basarse en el deseo de transmutar este dolor en energía creativa.

Dumas también nos enseña que la venganza no es sólo una cuestión de resentimiento. Es una empresa que requiere preparativos cuidadosos y una estrategia hábilmente desarrollada. El encuentro con el padre Faria es un paso crucial en este sentido. Este mentor ofrece a Dantès no sólo la llave de una inmensa fortuna, sino también las armas intelectuales y morales necesarias para su futura misión. Se prepara, se educa, se transforma. La venganza, nos dice Dumas, es una ciencia que requiere método, paciencia e inteligencia. ¿Realmente te sientes capaz de ello?

El resto después de este anuncio.

La novela, que transcurre a principios del reinado de Luis XVIII, nos muestra que la preparación es fundamental para llevar a cabo la venganza. No basta con querer hacer huelga; hay que saber cuándo y cómo. Dantès, que se convirtió en Conde de Montecristo, encarna perfectamente este ascenso de víctima inocente a ejecutor implacable de una justicia desenfrenada. Esta metamorfosis reflexiva, este aprendizaje paciente es una de las grandes lecciones que nos ofrece esta obra maestra literaria; cada página se convierte en un paso hacia la consecución de una brillante venganza.

La venganza, así concebida, se convierte en una obra de arte.

Releer El conde de Montecristo como un manual para realizar la propia venganza, es comprometerse en esta transformación donde el hombre destrozado resucita, no para vengarse ciegamente, sino para convertirse en la encarnación misma de quien juzga y castiga. Edmond Dantès, en su prisión húmeda y fría del castillo de If, ​​no se contenta con cavilar sobre su odio; forja una nueva identidad, más fuerte, más resuelta, más formidable. Es a través de esta transformación que la venganza adquiere toda su dimensión épica y trágica, donde cada acto se convierte en parte del gran diseño que consiste en restaurar la justicia.

Dumas nos muestra que esta construcción es un proceso exigente. El Conde de Montecristo no se apresura a escapar; observa, escucha, se infiltra en los círculos más íntimos de sus enemigos. Cada gesto está calculado, cada interacción pasa a formar parte de un juego que él monta meticulosamente. Nos enseña que la venganza, para ser eficaz, no debe ser impulsiva ni desordenada, sino que debe basarse en un conocimiento íntimo de las debilidades y secretos de aquellos a quienes deseamos castigar.

El Conde de Montecristo, maestro del disfraz y la manipulación, se mueve entre la alta sociedad como un fantasma esquivo. Se hace amigo de ellos, se gana su confianza, mientras, en la sombra, teje su red. La venganza, así concebida, se convierte en una obra de arte, una sinfonía donde cada nota es una revelación, cada movimiento un paso hacia la inevitable caída de los adversarios. Dumas, en su grandeza narrativa, nos muestra que la venganza requiere un dominio perfecto del arte del disimulo y la artimaña.

Contrariamente a la creencia popular, el Conde no se aísla, se rodea de aliados leales, cada uno de ellos impulsado por una sincera gratitud o una sed de justicia. Bertuccio, Haydée, Ali, estos personajes no son simples ayudantes; son las extensiones de su voluntad, los instrumentos de su búsqueda. Su lealtad inquebrantable nos hace comprender rápidamente que la venganza, para llevarse a cabo con éxito, requiere una cohesión de fuerzas. ¿Todavía tienes amigos así que estén a tu lado?

La venganza, lejos de ser un simple acto, es un camino pavimentado de dolor.

Seguir a Dantès en su búsqueda de venganza no es sólo seguir las tribulaciones de un hombre caído que busca resucitar, es participar en una profunda meditación sobre el alma humana, sus pasiones, sus vagabundeos y su insaciable deseo de justicia.

Dumas nos adentra en los vericuetos del espíritu vengativo, mostrándonos que la venganza, lejos de ser un simple acto, es un camino pavimentado de dolor. Nos recuerda que el vengador a menudo se convierte en el espejo de aquellos a quienes quiere castigar. Edmond Dantès, convertido en Conde de Montecristo, ya no es el hombre inocente que conocimos al principio de la historia. Se convirtió en otra persona, armada de poder y conocimiento, pero también desprovista de la sencillez que lo hacía humano.

La venganza, aunque parezca justicia personal, tiene un coste que ciertamente no debe descuidarse. No se trata sólo de una cuestión de planificación o ejecución sino de una profunda transformación interior. Dantès, al convertirse en Montecristo, pierde algo precioso: esa luz interior que le hacía un hombre amable. Así que la cuestión no es tanto si logró o no vengarse, sino comprender lo que perdió en el camino.

Depende de ustedes, políticos traicionados, ciudadanos burlados de todo tipo, juzgar si las malas acciones que han sufrido merecen pagar un alto precio. Si sientes que puedes… adelante, ¡te estamos mirando! Si no vale la pena el esfuerzo, tome este libro como una simple novela.

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