Toto Wolff tuvo una infancia difícil y eso le ayudó a convertirse en el adulto que es ahora. El director de Mercedes F1 explica cómo rápidamente tuvo que gestionar su vida solo, e incluso la de su madre, tras la enfermedad de su padre.
“Es una educación retorcida, pero no es culpa de nadie” Wolff dijo al podcast High Performance. “Las circunstancias lo dictaron. Mi padre enfermó gravemente de cáncer cerebral cuando yo era muy joven, cuando tenía seis o siete años. Lo operaron numerosas veces hasta que murió cuando yo tenía 15 años”.
“Así que mi papá realmente no estaba ahí, no podía estar. Cuando eres joven, te enamoras de tu papá. Él es tu héroe. Luego tienes que tener esos momentos en los que odias a tu papá, en los que eres capaz de rebelarte de cierta manera. No tenía nada de eso, sólo ira”.
“Al mismo tiempo, mi madre era médica y estaba tratando de sobrevivir. Es por eso que mi hermana y yo nos quedamos solos y tuvimos que cuidarla. Pero hoy estoy totalmente en paz con eso. También le dije a mi madre: ‘no tienes nada que reprocharte’, cada uno tenía que valerse por sí mismo”.
Según el austriaco, es posible transformar un pasado oscuro en fortaleza, pero no es necesario lograrlo: “Creo que superar el drama, el trauma y la humillación genera la motivación para demostrar que vales algo”.
“Tratar de sobrecompensar un sentimiento de insuficiencia o de haber sido víctima. Encuentro que muchas personas exitosas han quedado marcadas por un evento o situación que las marcó y les causó dolor”.
“Dicho esto, hay muchísimas personas exitosas que tuvieron una educación muy feliz. Mi esposa tuvo unos padres y una familia fantásticos y todavía le va muy bien a su manera”.
“Pero más allá del éxito y los logros, creo que se trata principalmente de ser un adulto feliz, disfrutar lo que haces y poder contar con tus amigos y familiares”.
“Creo que los dos van de la mano, pero he sido testigo de muchos ejemplos de personas que tuvieron eventos negativos que los moldearon y los convirtieron en quienes son”.
Ahora multimillonario, Wolff también experimentó la pobreza en un ambiente bastante burgués: “Tal vez no, porque para mí la peor situación fue ser un niño pobre en un ambiente donde había riqueza”.
“Fui a una escuela privada que no podíamos pagar. Hubo momentos en que el director de la escuela nos llamó a mi hermana y a mí y nos dijo: ‘Tienes que abandonar la escuela porque no se pagan las tasas de matrícula’.
“Estas dificultades económicas, sumadas a mi situación familiar, me empujaron a asumir responsabilidades, a convertirme en adulta muy rápidamente, a cuidar económica y emocionalmente de mi familia, de manera diferente a como lo hacía. Ciertamente no estaría aquí si esto no hubiera sucedido. Si no hubiera sentido este nivel de insuficiencia frente a mis amigos”.