Los regatistas de la Vendée Globe se acercan a una zona intertropical muy temida donde los vientos son impredecibles y sus nervios están puestos a prueba.
A medida que se acercan al ecuador, alejándose de la costa africana para algunos o tomando una ruta más occidental para otros, los navegantes de la Vendée Globe empiezan a plantearse cruzar el temido Pot-au-Noir, una zona intertropical caracterizada por fuertes La inestabilidad meteorológica complica enormemente las proyecciones de navegación.
En esta amplia franja que va del continente americano al continente africano, se encuentran los vientos alisios del norte que soplan desde el noreste y los vientos alisios del sur que soplan desde el sureste. Bajo un cielo negro lleno de nubes cumulonimbus muy oscuras, los patrones pueden perfectamente atravesar tormentas muy violentas que soplan en todas direcciones o tener paciencia en un mar desesperadamente tranquilo sin un respiro en el horizonte. Los navegantes también se enfrentan a una humedad muy alta con temperaturas extremadamente altas. En definitiva, es un bazar monumental, una lotería a la que los competidores deberán afrontar dos veces durante su viaje, a la ida y a la vuelta.
Una zona agotadora física y nerviosamente
Los vientos erráticos siguen evolucionando (como toda la zona que se mueve unos grados al norte o al sur), los navegantes que buscan el más mínimo soplo para escapar de este infierno deben cambiar constantemente de vela mientras están atentos al menor movimiento. Nerviosamente y físicamente, es una prueba a menudo agotadora. En los Doldrums, se puede ver cómo el liderazgo adquirido pacientemente en el Atlántico Norte se derrite como la nieve al sol y un navegante puede perder la Vendée Globe… o ganarla porque, una vez fuera del atolladero, es la liberación. Los vientos alisios del Sudeste se acentúan y empujan a los competidores hacia la autopista del Sur.
Un origen incierto
La expresión Pot-au-Noir apareció en el diccionario en el siglo XVII, afirma Olivier Chapuis, doctor en historia y especialista en cartografía marítima. Pero no tiene absolutamente nada que ver con el mundo marítimo. En ese momento advertimos sobre una zona peligrosa, los Doldrums, cuando jugamos al juego de las codornices. El que tiene los ojos vendados avanza a ciegas y corre el riesgo de chocar con un obstáculo e incluso terminar el juego, atrapado con un ojo morado… negro.
Una segunda pista conduce a un objeto de origen caboverdiano, el estado insular de África Occidental situado un poco más al norte que la franja inestable de la que hablamos. El Pot-au-Noir habría servido para designar una vasija o una jarra que era utilizada por la población local para almacenar todo tipo de desechos producidos por un hogar.
¿El estancamiento debido a la trata de esclavos?
Una tercera hipótesis recuerda un episodio oscuro de la Historia con la trata de esclavos negros. Los desafortunados esclavos fueron transportados desde el continente africano al continente americano para servir como mano de obra en la conquista del Nuevo Mundo, particularmente en Brasil. Los traficantes de esclavos habrían aprovechado la calma que reinaba en la región y donde los barcos disminuían la velocidad para arrojar por la borda lo que consideraban mercancías contaminadas, ya que los enfermos podían transmitir los gérmenes al resto de ocupantes del barco. Pero esta explicación a veces deja a los historiadores dudosos, incluso si los ingleses propusieron una teoría similar.
Los anglosajones hablan de latitudes del caballo (las latitudes de los caballos) para evocar los Doldrums. En la época de la navegación naval y, en particular, del transporte de caballos a las Indias Occidentales, los barcos podían permanecer atrapados en esta zona durante varias semanas. Al carecer de suministros, especialmente de agua dulce, las tripulaciones arrojaron los caballos por la borda o decidieron comérselos.
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