La victoria de los talibanes en Afganistán, 20 años después de que los Estados Unidos de América los expulsaran del poder, fue posible gracias a la debilidad de las fuerzas armadas afganas. Sin el apoyo de los soldados occidentales, los combatientes del nuevo régimen de Kabul fueron derrotados en un tiempo récord.
Pero los talibanes contaron con el apoyo de una gran potencia hostil a los intereses estadounidenses: la Rusia de Vladimir Putin que, ayudando al grupo terrorista en su lucha contra los soldados de la coalición, aceleró la retirada de los aliados de Kabul y la victoria final de los combatientes islamistas.
El programa de bonificación confirmado por una nueva investigación
Según revelan los medios de comunicación rusos independientes The Insider y el periódico alemán Spiegel, el GRU, el servicio de inteligencia militar ruso, financió a los talibanes durante varios años con decenas de millones de dólares para atacar a las fuerzas occidentales y a los Ejército afgano.
La existencia de esta iniciativa fue revelada en 2020 por el New York Times, que explicó en su momento que una unidad vinculada a los servicios de inteligencia militar estaba ofreciendo un sistema de “recompensas” a los talibanes para animarlos a matar a soldados occidentales.
The Insider y Spiegel han conseguido demostrar la existencia de este programa, pero también identificar a los agentes del GRU vinculados a él. El proyecto pasó por varias fases, comenzando en 2015 con el reclutamiento de afganos y luego armando a los talibanes, antes de financiar directamente a los talibanes para animarlos a atacar a los soldados occidentales. Al menos 17 ataques talibanes están relacionados con incentivos financieros rusos, según ex miembros del personal de inteligencia afgano y estadounidense.
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