Los incendios en el área metropolitana de Los Ángeles son alimentados por los vientos de Santa Ana, un fenómeno climático conocido por secar las laderas hasta el punto de inflamarlas.
Estos fuertes vientos se producen cuando se acumula aire frío en Nevada y Utah, estados vecinos de California. A medida que esta masa de aire se mueve hacia el oeste y baja por las montañas de California, se calienta y se seca.
Así, estos fuertes vientos agravaron los incendios en curso en Palisades (23.700 hectáreas quemadas) y Eaton (14.000 ha) al arrojar brasas calientes hacia zonas de vegetación, secas pero aún ilesas.
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