“La gente se está congelando, por eso intentamos restaurar todo lo antes posible y al menos proporcionarles calor”, explica este ingeniero de 41 años, con su bata de trabajo amarilla y gris.
Unos días después de este ataque, habló con la AFP en su central térmica, cuya ubicación la empresa energética pidió que no se especificara.
Moscú ha intensificado sus ataques contra la infraestructura energética de Ucrania en las últimas semanas, sumiendo a cientos de miles de personas en la oscuridad a medida que llega el invierno con su cuota de heladas y copos.
Según Kiev, estos ataques tienen como objetivo paralizar su red energética y minar la moral de los ucranianos durante todo el invierno.
Son trabajadores como Dmytro los responsables de restaurar las centrales eléctricas ucranianas dañadas tras los ataques rusos.
Él y sus colegas están bajo presión. Desde principios de año, Moscú ha llevado a cabo 11 ataques masivos contra la red civil de Ucrania, según el operador nacional Ukrenergo.
Si Moscú ha admitido haber atacado la infraestructura energética de su vecino, afirma que se trata de objetivos legítimos porque “apoyan a las empresas de la industria de defensa ucraniana”.
Según DTEK, el proveedor de energía ucraniano que dio a la AFP un recorrido por la central afectada, sus centrales han sido atacadas casi 200 veces desde que comenzó la invasión en 2022, con ataques que dañaron alrededor del 90% de sus capacidades de producción.
En total, después de casi tres años de incesantes ataques, tres de sus trabajadores murieron y otros 56 resultaron heridos.
En la central eléctrica dañada, la nieve cae a través de los agujeros abiertos en el techo causados por los ataques y blanquea algunas de las turbinas oxidadas.
“Di toda mi vida a este trabajo, por eso es una pena mirar esta planta ahora y ver el estado en que se encuentra”, se lamenta Dmytro.
Mientras intentan cubrir las ventanas destruidas con tablas de madera, los trabajadores intentan calentarse en una pequeña estufa, insuficiente para protegerse del frío cortante.
Evgen estaba sentado en la sala de control cuando su planta fue atacada por última vez, en un ataque con municiones de racimo, que explotan en el aire y esparcen proyectiles sobre una amplia zona.
Ordenó a todos que se refugiaran, pero permaneció en su puesto porque creía que la estación no podía funcionar sola.
“No se puede dejar el equipamiento solo. Todo el mundo quiere tener luz y calefacción en casa”, explica Evguen a la AFP.
Según Viktor Zinchenko, director de comunicación de DTEK Energy, los trabajadores “entienden la importancia de la luz, la importancia del calor, entienden la importancia de un sistema energético estable para todos los ucranianos”.
Durante un ataque, Dmytro apagó él solo el incendio en el tejado de la fábrica, a pesar del riesgo de derrumbe. “Lo hice automáticamente, había que hacerlo, no lo pensé”, dijo a la AFP.
“Si no lo hubiera hecho, sabía que el techo se habría quemado por completo y habría sido aún más difícil de reparar”, concluye.
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