El 9 de junio de 2018, una inundación, como ocurre cada 400 años, arrasó un pueblo de 2.200 habitantes al oeste de Mayenne. En Genest-Saint-Isle estuvimos al borde del desastre, porque la escuela quedó sumergida, afortunadamente en ausencia de los estudiantes. Se acaban de instalar marcadores que indican el nivel de inundación.
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El 9 de junio de 2018, la prefectura de Mayenne llamó a la alcaldesa de la localidad para advertirle que el viento iba a soplar muy fuerte, pero que el peligro venía de la lluvia. Aguaceros que cayeron sobre Genest-Saint-Isle, al oeste de Laval.
Un estanque que domina el centro de la ciudad se desborda y es un desastre, los comercios, las casas se inundan, así como la escuela del pueblo. Afortunadamente es sábado por la tarde y la escuela está vacía.
El estado de catástrofe natural será reconocido para esta localidad de 2.200 habitantes que, seis años después, no ha olvidado este episodio. Aunque no causó víctimas, causó muchos daños.
El panadero Vincent Houdayer sigue pagando el préstamo que tuvo que pedir para restablecer su negocio.
“Tienes que imaginar, él recuerda, agua hasta la cintura y congeladores flotantes”.
El recuerdo que también guarda Vicente es la gran solidaridad de los habitantes. Una solidaridad que contribuyó a ayudar a la recuperación del pueblo.
“Hay un trauma que está ahí y lo pensamos”insiste una residente que había participado en la limpieza de la escuela, pero no había logrado entrar a las clases porque el espectáculo de desolación la impresionaba.
“Nos enseñó a afrontar lo inesperado, testifica Nicole Bouillon, alcaldesa de Genest-Saint-Isle, porque obviamente no habíamos previsto tal situación. Nos recuperamos bastante bien una vez que pasó el efecto del trauma. Nos arremangamos y nos pusimos manos a la obra”.
Una parte de la escuela Albert Jacquard, que había quedado sumergida por 1,80 m de agua, fue arrasada. En septiembre de 2021 se inauguró una escuela nueva y moderna en otro lugar.
Se llevaron a cabo otras obras para mejorar el flujo de agua en caso de fuertes lluvias.
“De camino a Pinceloup, rehicimos completamente el flujo del arroyo, explica Nicole Bouillon. Cada vez que tenemos cuellos de botella durante tormentas violentas, la violencia del agua provoca que se encuentren residuos a su paso. Todo esto pasa muy rápido debajo de los puentes, provoca atascos y por eso el nivel del agua puede subir muy, muy rápidamente. También vaciamos cuerpos de agua para tener áreas de retención de agua de lluvia en caso de tormenta”.
Este sábado 30 de noviembre se instalaron en la localidad cuatro terminales que muestran el nivel de inundación de Plessis (el arroyo que atraviesa el pueblo). Terminales que deben cumplir con las normas oficiales. Al descubrir estos testigos, resulta difícil imaginar que el agua subiera tanto el 9 de junio de 2018. Pero el alcalde quiere ser tranquilizador.
“Hoy en día, los estudios que hemos podido realizar muestran que, ante una inundación como la de 2018, casi todos se salvarían” ella dijo.
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