Este es el grito de angustia que lanzó Man Dèdette, la esposa política de Ti-Sonson, cuando miró en su iPhone 6 el precio de los cruceros de este año.
¡Caramba, cariño! ¿Quiere decirme que tendré que pagar 350 euros por una semana corta a bordo del Costa-Machin? ¿Eh? Ya estamos sufriendo el Békés y los precios perversamente altos de la harina-Francia, de las manzanas-Francia, de las cebollas-Francia y de las cerezas-Francia y aquí en los cruceros, intentan purgarnos como limones-Francia! Debes saberlo: cuando el trabajador francés, o finalmente el chico de Montauban o Carcasona, decide irse de vacaciones a la Costa Azul o esquiar en Courchevel, ¿le purgamos así la cartera? No !
Somos Fouançais o no, ¡maldita sea!
Esta diferencia de trato no puede continuar. Ya nos morimos de hambre cada día (casi como en Gaza o en algunas regiones de Etiopía), todavía no podemos aceptar que nos priven de una pequeña muñeca ¡en un barco de lujo! Además, cada vez que atraque en una u otra de las islas que nos rodean, todos (taxistas, chatarreros, restauradores, etc.) intentaremos chuparnos el último dinero, convencidos de que estamos rodando en oro. ¡Aparentemente nunca han oído hablar de nuestra revolución contra el alto costo de la vida!
“¿Pero por qué quieres ir a un crucero?”, protesta Zéphirine, la hija mayor de Man Dèdette. “Hay villancicos casi todas las noches hasta el 24 de diciembre, ¡y además no son demasiado caros! 50 euros, sí, yo ya he hecho tres…”.
Canada
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