lo esencial
Bombero voluntario desde hace 44 años, Éric Auguste deja a su “gran familia” este domingo a las 7 de la mañana.
Originario de Decazeville, Éric Auguste es la imagen de la ciudad de la cuenca. Trabajador duro como un trabajador que habla con franqueza.
Ayer, en su último día de servicio que finaliza este domingo a las 7 de la mañana, numerosos amigos y familiares acudieron al centro de salvamento de Rodez para acompañarle a pasar estas últimas horas. Un bombero voluntario que comenzó en 1980 en Decazeville y luego en Rodez, el 1 de julio de 1994, para estar más cerca del trabajo de su amada Régine, paciente y atenta. “quien preparó mis cosas”inseparable de su longevidad en su profesión.
Una profesión que ha cambiado mucho, evolucionando con los avances tecnológicos y las intervenciones de las cuales la asistencia personal representa ya el 85% de las aproximadamente 16.000 intervenciones anuales. “Hay que saber cuándo parar. Di mucho de mí, tuve una vida plena, la convivencia es oro”dijo con pocas palabras para expresar mucho amor hacia este “gran familia”.
Las pruebas del fuego así como otros elementos y peligros unen a las personas. “Él es parte de una generación que dedicó todo su tiempo al trabajo, eso ya no lo viviremos”desliza Franck, Christian y los demás, incluidos algunos jubilados que no se habrían perdido el último día del resto de su carrera por nada del mundo. A cambio, le gastaron una última broma. En feliz recuerdo de la intensidad de la amistad.
Un último turno de 24 horas no es nada comparado con turnos de hasta 72 horas. Fue en el siglo pasado. El que sólo quiere hablar de “bellos momentos”aficionado a los incendios forestales, remonta sus expediciones a Córcega, a Pierrefeu en Var, a Pennes-Mirabeau en Bocas del Ródano e incluso a Burdeos hace dos años. Su primera columna, como dicen en la jerga de los bomberos, data de 1986. Es ayudar al prójimo lo que se convierte en amigo.
Levantado a las 5:30 para estar en el cuartel a las 6:15 y tomar su turno a las 7, Éric Auguste avanza “buscar el placer de la convivencia”.
Esta búsqueda se verifica durante su carrera deportiva que lo llevó a participar en una treintena de campeonatos franceses. Ejemplar y una pasión que transmitió a sus hijos, Kévin y Clément. Éric Auguste, que tuvo a Robert Fernández como primer director del centro de Decazeville en 1980, sabe que la fraternidad no es una palabra vacía. Es sagrado. Al preguntarle si piensa descansar este domingo, pone los ojos en blanco. Gloria en el trabajo. Por amor a los demás.
Belgium
Related News :