El educador Jacques Malié comparte su análisis de los éxitos y fracasos del sector educativo durante la última década. Destaca la importancia de un liderazgo ilustrado y la contribución de expertos experimentados para guiar las reformas necesarias.
¿Qué crees que ha ido mal en los últimos diez años?
No debemos ser negativos y concluir que no se ha logrado nada constructivo. Podemos destacar avances como la reducción de la presión competitiva desde la escuela primaria que ya dejaba al margen de la carretera a determinados estudiantes, especialmente a aquellos de determinados entornos sociales desfavorecidos; la extensión de la educación gratuita hasta la universidad; y la construcción de escuelas.
La falta de diálogo fue un obstáculo importante. El Ministro de Educación, aunque inicialmente con buenas intenciones, se equivocó. No siempre ha fomentado el diálogo en un área tan prioritaria como la educación. Con demasiada frecuencia se ha dejado guiar por imperativos políticos.
Prefirió el juego político para no disgustar y no consideró oportuno comunicarse y dejar más espacio para debates de ideas. Así, enajenó a muchos directores de universidades privadas. También se ha percibido en algunos casos conflictos de intereses con el posicionamiento de la Autoridad de Educación Secundaria Privada.
¿En qué temas deberíamos centrarnos para el futuro?
Los desafíos en el campo de la educación, en constante evolución, sujeto a cambios sociales y culturales, son siempre numerosos. En mi opinión, es necesario que haya un hilo conductor en la toma de decisiones. No podemos hacer reformas “poco a poco” y corregir una decisión con otra aproximada, o incluso defectuosa.
Sobre todo hay que revisar, en el ciclo secundario, el Programa Ampliado, que es un verdadero fracaso. Los estudiantes afectados están perdidos. No deberían estar sujetos al mismo programa educativo y, posteriormente, enfrentarse a los mismos exámenes que los de la escuela general. No reciben suficiente apoyo y, a menudo, se encuentran en clases abarrotadas.
La otra prioridad, en mi opinión, es que es necesario realizar una recalibración después del Certificado de Aprovechamiento de la Escuela Primaria (PSAC). El acceso automático a la educación secundaria no puede ser la regla. El programa Bright-Up y la creación de centros técnicos, que son medidas paliativas, se introdujeron apresuradamente y se difundió muy poca información. Reitero aquí la necesidad de orientar a los estudiantes con dificultades académicas hacia una formación que les abra las puertas al mercado laboral y les oriente hacia una profesión.
También deberíamos mejorar el porcentaje de éxito a nivel del PSAC y el Certificado Nacional de Educación (NCE) sin bajar el nivel de requisitos revisando la ‘nota de aprobación’ y los criterios de éxito.
El acceso al Certificado de estudios superiores (HSC) sigue siendo también otra prioridad, en particular el número de créditos sujetos a debate. Los criterios de admisión al ciclo HSC merecen ser repensados. Podríamos, por ejemplo, ampliar la oferta de materias principales manteniendo al mismo tiempo un nivel académico riguroso.
¿Qué papeles pueden desempeñar los educadores para apoyar las nuevas reformas?
Se trata de una pregunta delicada cuya respuesta podría, según los gustos, interpretarse como procedente del “ronde bout”. Las personas procedentes del mundo académico, con una rica experiencia adquirida durante muchos años y que han participado activamente en el sector educativo, especialmente en la administración escolar, pueden sin duda ser de gran ayuda, independientemente de su color político.
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