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En el Gran Este, el Estado presiona a los refugiados ucranianos para que abandonen sus hogares

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La angustia de los refugiados ucranianos en el Gran Este. Varias decenas de ellos, especialmente en Meurthe-et-Moselle y Moselle, reciben la orden de la prefectura de abandonar sus viviendas sociales porque no están “suficientemente integrado”. Recibieron una carta en este sentido. No se trata de una ola, porque según Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, hay cerca de 62.000 refugiados ucranianos en Francia, pero el anuncio movilizó a las asociaciones que ayudan a los ucranianos.

Según el departamento, en Mosela fueron acogidas más de 1.700 personas. Es el caso de Metz, en el Centro Ucraniano donde, bajo la supervisión de voluntarios de la asociación ELU (Echanges Lorraine Ukraine), reciben clases de francés para favorecer su integración, entre esperanzas y preocupaciones.

La carta llegó a principios de octubre, dice Valentina. “Me sorprendió” —añade todavía conmovida. La carta, enviada por una asociación de alojamiento local, intermediaria entre el Estado y los refugiados ucranianos, le informa que, debido a la falta de integración profesional y “empoderamiento”tendrá que abandonar el apartamento de cuatro habitaciones en Metz en el que vive sola con sus cuatro hijos, antes del 31 de octubre. “No tengo solución, es muy difícil conseguir otro departamento, no tengo contrato de trabajo”, ella se lamenta.

El futuro en Francia, donde llegó poco después del inicio de la guerra, es incierto, preocupa a Valentina. Su impresionante nivel de francés, que aprende desde septiembre en el Centro Ucraniano de Metz, demuestra su deseo de salir adelante. “Todos los días tengo un curso de francés, tengo un diploma de asistente médico en Ucrania, tengo mucha experiencia, pero aquí no funciona. Validar mi diploma es posible con un examen, luego puedo trabajar como enfermera o asistente médico.” Y pagar el resto de su alquiler de casi 1.000 euros. Valentina sólo pide un poco de tiempo. “Creo que necesito al menos seis meses. Mi objetivo es realmente sentirme parte de la sociedad francesa”.

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El grupo francés de Valentina, una refugiada ucraniana en Metz (Mosela). (SANDRINE ETOA-ANDEGUE / RADIO FRANCIA)

Gracias a la movilización de varias asociaciones, las familias amenazadas obtuvieron de la prefectura la posibilidad de permanecer en sus alojamientos hasta el 31 de marzo, final de las vacaciones de invierno. Un respiro, lamenta Annie Vuagnoux, directora del Centro Ucraniano de Metz. “Hoy hemos conseguido suspender todo, lo que nos deja unos meses para intentar encontrar soluciones, pero pasará muy rápido y esta gente ya está preocupada y se dice a sí misma: ‘Yo, en Ucrania, no tengo nada’. Mis hijos están en la escuela, bien integrados, ¿qué será de nosotros?

Svetlana, que vive con su hijo de 17 años en Rombas, a unos veinte kilómetros de Metz, ha tomado una decisión: sin trabajo y sin solución en abril, volverán a vivir a Donetsk.

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