El Papa Francisco pidió a los cristianos durante el Ángelus de este domingo 17 de noviembre que no vinculen “sus corazones a las realidades del mundo”. Los invitó a plantearse una pregunta diaria, sobre todo cuando los desafíos son numerosos.
“Si todo pasa, Cristo permanece”, aseguró el Papa Francisco durante el Ángelus recitado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano este domingo 17 de noviembre de 2024. En una breve catequesis, Francisco pidió a los católicos dar un “peso justo” a las cosas del mundo y confiar en el Evangelio “que contiene promesa de salvación y de eternidad”. “No vincules nuestro corazón a las realidades del mundo porque pasarán”. Esta es la advertencia del Papa a los miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro bajo un hermoso sol. Ante las crisis, los fracasos, “el dolor causado por las guerras” o incluso “las catástrofes naturales”, el hombre tiene la “sensación de que todo tiene un final”, reconoció el Papa Francisco. Pero “las realidades de este mundo […] están destinados a pasar”, insistió.
“Si todo pasa, Cristo permanece en él, un día encontraremos las cosas y las personas que han pasado y que nos han acompañado”, aseguró no obstante. Para el Papa, es a través de esta promesa del Evangelio que la vida en la tierra adquiere un nuevo significado: “Todo muere y también nosotros moriremos un día, pero no perderemos nada de lo que hemos construido y amado, porque la muerte será el comienzo de una nueva vida.” Para concluir, el Papa deseó que los cristianos puedan tomarse el tiempo para plantearse esta pregunta: “¿Estamos vinculados a las cosas de la tierra, que pasan rápidamente, o a las palabras del Señor, que permanecen y nos guían hacia la eternidad?”.
Un acto de fe en Dios
En un comentario al Evangelio, el padre Raniero Cantalamessa, ex predicador de la Casa Pontificia, comparó nuestra vida hace unos años con la de los Apóstoles atrapados en la tormenta: si no hemos puesto a Cristo en nuestra barca, estamos perdidos. Al igual que Santiago y Juan clamando a Dios diciendo: “Señor, estamos perdidos, ¿eso te importa?”, a menudo acogemos los accidentes de nuestras vidas como injusticias. A los Apóstoles aterrorizados, el Señor respondió: “¿Por qué tener miedo? ¿Cómo es que no tenéis fe?” Hagamos a nuestra vez un acto de fe en Dios aceptando no entenderlo todo de inmediato. Confiemos en aquel a quien “hasta el viento y el mar obedecen”.
Como los discípulos del Evangelio de Marcos, llevemos a Jesús al pequeño barco de nuestras vidas. Tomar a Cristo es mantener la fe en Aquel que todo lo puede. Su fuerza nos permitirá capear todas las tormentas, luchar contra todos los malos vientos y, con Él, llegar a la otra orilla. Y no olvidemos las palabras del Papa Francisco pronunciadas en enero de 2014: “La confianza en Dios es la clave del éxito en la vida, porque Él nunca decepciona”.
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